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Nathalie Poza: "Un director quiso que me tocara para su recreación"

  • La actriz denuncia acoso

Informalia

La actriz madrileña vive su mejor momento profesional y, a punto de cumplir 46 años, reconoce que el camino no ha sido fácil. Prefiere los buenos recuerdos pero no renuncia a denunciar el acoso que sufren las mujeres de su profesión.

Premiada en los Forqué por su extraordinario papel en la película No sé decir adiós, es muy probable que en las próximas semanas levante otros trofeos, ya que es candidata favorita a llevarse un Goya por esa interpretación. "Iré con mi novio si no nos hemos separado antes", dice en broma cuando le preguntan por sus planes para asistir a la fiesta del cine español. "Es que discutimos mucho", añade entre risas. Sin embargo, reconoce que parte de la culpa es de ella: "Mi chico estuvo en los Forqué. Estaba muy nerviosa y le costó calmarme", recuerda.

Diseñador gráfico, industrial y profesor, el actual novio de la actriz madrileña no se dedica al cine. Ella da por sentado que es mejor así: "Eso ya se acabó. No es bueno mezclar. Es tan difícil aguantarme...". Muy amiga de Javier Gutiérrez, el actor de moda (y de la misma generación), también premiado, fue compañero suyo de estudios. "No sabes cómo éramos. Yo era punky de llevar cresta, sobre todo el primer año de Arte Dramático", recuerda. "Javier no iba de punky pero no le hacía falta. Fuimos muy canallas. Trabajábamos de animadores de discotecas porque pagaban muy bien".

Inevitablemente, la actriz se refiere al acoso sexual que por fin se está denunciando. "Viví una situación así. En un ensayo, un director me pidió algo que no hice. Eso sí, no rodé el cortometraje", denuncia Nathalie. "Quería que me tocara de una manera que no tenía nada que ver con el papel. Me di cuenta de que quería que lo hiciera para su propia recreación", apostilla. "En aquel momento pasé página para seguir adelante". La actriz de Traición o Julieta es consciente de que el acoso está en todas las profesiones, no solo en la suya. "Mi madre, que es francesa, vivió situaciones indecentes cuando llegó a España", se lamenta. Sobre el movimiento que está ayudando a que se denuncien estas agresiones, Poza insiste en que "no hay que dar por sentado que estas situaciones sean normales", y añade: "No hay que dejar que nadie te toque los cojones, que te manipulen o que ejerzan el poder a través de la sexualidad", dice contundente. En España, al contrario de lo sucedido en Estados Unidos, no se han dado nombres propios a pesar de que las reivindicaciones son cada vez más frecuentes. "Tapamos lo que pasa", dice sobre ello Nathalie, "pero es bueno que empecemos a llamar a las cosas por su nombre".