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Una finca, una mansión y una fundación: la herencia que enfrenta a los hijos de la condesa de Romanones


    Informalia

    El fallecimiento de Aline Griffith a los 94 años augura una guerra en el seno familiar, que ya ha protagonizado algún desencuentro en los últimos años por este mismo motivo. La propia nieta de la condesa de Romanones, Carla Figueroa, concedió una entrevista el pasado mes de marzo a la revista Interviu asegurando que sus tíos y primos habían creado la fundación de su abuela en secreto y sin consultarle nada a su padre: "Tienen la herencia bien sujeta".

    La Fundación Aline Condesa Viuda de Romanones para la conservación, difusión y protección de su "legado cultural" (y parte del material) está presidida por dos de los nietos de la ex espía, Luis de Figueroa Sayn-Wittgenstein-Sayn y Juan Figueroa Sayn-Wittgenstein-Sayn: "Montaron una fundación en nombre de mi abuela sin avisar al resto de la familia", desveló en marzo su prima Carla, quien no entendía porqué la condesa les había dado de lado: "Mi abuela no ha favorecido a mi padre". 

    Pero, al margen de la fundación, ¿qué otros bienes ha dejado la condesa que pueda desencadenar una guerra familiar? En primer lugar, la finca Pascualete, su favorita. Está situada en Extremadura y su palacete se convirtió en un punto de encuentro para la realeza y la jet set. La condesa reconvirtieron en una fábrica de quesos, que fueron galardonados como los mejores de España 2017-2018. La compañía, que controlan los nietos Romanones, cuenta con 46 millones en activo: "Esos quesos los vendíamos en mi restaurante y mis primos no fueron capaces de regalarme uno", se quejaba Carla.

    Además, cuenta con unos terrenos reservados para los cazadores, en los que han disfrutado de monterías el rey Juan Carlos y hasta el mismísimo Franco. Ahora, acuden de todas partes de Europa empresarios, políticos y demás que disfrutan de su pasión en la más estricta intimidad y tranquilidad.

    La condesa viuda deja también deja una magnífica mansión en El Viso, una exclusiva urbanización en el centro de Madrid. Posee unos magníficos jardines, además de muebles de incalculable valor y un cuadro de Goya, entre otras piezas.

    Pero además Aline Griffith tenía una de las mejores colecciones de ropa y joyas de toda Europa. Sólo vestía firmas españolas que se peleaban por ocupar su vestidor: "He regalado buena parte de mi vestuario y otra está en museos, pero sigo teniendo los armarios llenos. Y eso que no salgo a comprar porque me aburre", dijo en una ocasión. A lo que hay que sumarle su espectacular joyero, en el que destacan perlas, rubíes y diamantes. Un patrimonio que ella decidió convertir en dinero (aunque no en su totalidad) en 2011. Encomendó la subasta de muchas de sus exquisitas piezas a la casa Sotheby's, algo que su nieta, Carla, no le perdonó: "El famoso collar de esmeraldas era parte de mi herencia, lo llevó mi madre en forma de tiara cuando se casó. Mi abuela no me ha dado ninguna explicación al respecto", dijo dolida. Una versión que se contradecía con la de la propia Romanones: "Hoy en día, te sientes incómoda con joyas exageradas, porque parece que presumes. Por tanto, ¡prefiero el dinero! Además, no tengo hijas para que las usen y mis nietas dicen que esas joyas son cosas de vieja", afirmó ella. 

    Parece que su desaparición despertará fricciones entre sus hijos y nietos: "El reparto de sus bienes acabará como el de mi abuelo (Luis Figueroa y Pérez de Guzmán el Bueno), que llevó a la familia a siete años de juicios", aventuró hace meses Carla Figueroa.