Muere la tía de Isabel Sartorius, la marquesa de los 150 millones de euros denunciada por su hijo
Informalia
A los 87 años y víctima de la enfermedad del Alzheimer, la aristócrata ha fallecido en su domicilio en Bayona. Criadora de algunos de los mejores purasangres de Francia, campeona mundial de bridge, apasionada jugadora de pelota vasca y silenciosa filántropa, era uno de los personajes más populares del País Vasco francés.
"Su deceso ha ocurrido hoy en Domaine de Coumères, su domicilio en Bayona. Se encontraba rodeada de su familia más próxima y sus fieles empleados". Así han comunicado los abogados de su hijo, Germán Cabeza de Vaca, la muerte de Soledad Cabeza de Vaca. A sus 87 años, sufría Alzheimer y se encontraba en mitad de una durísima batalla legal entre sus hijos, el adoptivo, Germán, y el biológico, Forester Labrouche, quien denunció a su madre hasta una veintena de veces en Suiza, Liechtenstein, Francia e Inglaterra, acusándola de haberle robado parte de su herencia. Todas esas demandas fueron desestimadas. "Al final, la marquesa ya decía que solo tenía un hijo… Germán. No quería volver a oír hablar de Forester", declaró hace unos meses su confidente Danièle Marre a Vanity Fair.
La última demanda de Forester fue contra su propio hermano, Germán, a quien acusó de haber "secuestrado" a su madre, enferma de Alzheimer, para hacerse con el control de la fortuna familiar, estimada en 150 millones de euros. Una sobrina de la marquesa apoyó entonces a su primo adoptivo: "Soledad está en su hogar, bien rodeada y en manos de Germán, siempre respetuoso y afectuoso".
La marquesa de Moratalla era muy conocida en el mundo de la hípica, ya que se convirtió en una de las mejores criadoras de caballos, afición que comenzó en los años 50. Desde entonces, cosechó más de 5.000 victorias en las mejores carreras de Francia: el Prix du President de la République, el Prix du Jockey Club, la Poule d'Essai des Poulains… El año 1988 ganó el Prix du Jockey Club y supuso su consagración como amazona.
En sus últimos años disfrutaba en su finca Domaine de Coumères, a las afueras de Biarritz, donde criaba cerca de 300 caballos de gran valor económico que la convirtieron en una de las mayores personalidades dentro de la industria ecuestre.