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Paquita Rico deja su pequeña fortuna a su familia: joyas, ahorros y patrimonio inmobiliario

  • La han cuidado hasta el final

Sara Tejada

La muerte de Paquita Rico a los 88 años, enterrada este martes en Triana, el barrio sevillano donde nació y acabó sus días, acaba con una época mítica de la historia del cine, el folklore y la sociedad española. Paca Rico era de orígenes tan humildes que cuando a los 10 años trabajaba cuidando niños se bebía el biberón de los pequeños del hambre que tenía. Sin embargo, ha muerto con buenos ahorros y gran patrimonio, ayudando siempre a su familia, a la que deja sus joyas y su pequeña fortuna.

Del aquel trío de folklóricas, Carmen Sevilla, Lola Flores y Paquita Rico, protagonistas de El balcón de la luna, la película más famosa del género, sólo queda con vida Carmen Sevilla, recluida en una residencia para enfermos de Alzheimer.

De aquel trío de estrellas, Paquita fue la más guapa y la más elegante, siempre sonriente, cercana. Pero también tuvo su lado oscuro. Su primer marido fue Juan Ordóñez (abajo, junto a ella), hermano de Antonio, el gran torero, padre de Carmina y Belén Ordóñez, un banderillero que quiso ser matador y triunfar como Antonio pero no tuvo ni suerte ni el arte de la mítica figura que tanto admiraban Hemingway y Orson Welles, que hubiera hecho sombra a cualquiera menos a Luis Miguel Dominguín, el otro gran torero de la época, casado con otra Ordóñez, madre de Carmina y guapa como su hija o más.

Esta incapacidad para ser figura del toreo sumió a Juan en una profunda depresión que le llevó al suicidio, según se dijo, aunque hay versiones que hablan de unas pastillas ques e tomó. Cinco años después de su boda con Paquita, Juan Ordóñez se quitó la vida en Madrid en 1.965, en su casa de la calle Gutiérrez Solana, detrás de estadio Santiago Bernabéu.

Paquita le lloró inconsolable porque en torno a aquella tragedia corrieron negras leyendas, como la excesiva amistad de Paquita con la periodista Encarnita Molina, a la que estaba muy unida, y que habría dolido mucho a su marido, igual que alguna otra maledicencia en ese sentido. Curiosamente, hace unos días Pilar Eyre decía que Sofía Loren mantuvo una relación lésbica con esta periodista cuando estuvo en España rodando El Cid (Anthony Mann, 1961) junto a Charlton Heston.

Tres años más tarde, Paquita volvió a encontrar el amor y una gran estabilidad sentimental en Guillermo Arocha, un empresario canario mayorista de frutas y afincado en Madrid, con el que estuvo muy unida hasta la muerte de Guillermo en 2002.

Pero la bellísima protagonista, junto a Vicente Parra, de ¿Dónde vas Alfonso XII? (Luis César Amadori, 1959) no fue una esposa al uso ni un ama de casa normal. Ella salía con sus compañeros y compañeras de profesión, y frecuentaba los tablaos hasta el amanecer cuando a la misma hora Guillermo iba a al mercado de Legazpi a sus negocios de fruta. Era amiga entre otras de La Polaca, de Nati Mistral y de Ricardo, una especie de escolta inseparable, abiertamente gay, que la acompañaba a todas partes.

En ese tiempo, Paquita fue contratada por Encarna Sánchez para formar parte de la mesa camilla radiofónica de la locutora en la Cope, pero el enamoramiento de Encarna hacia Isabel Pantoja provocó que Encarna impusiera a sus amigas de la mesa camilla que hablaran mal de Carmen Ordóñez (ex mujer de Paquirri). Paquita se negó ya que Carmina era la sobrina de su difunto marido, como tampoco quiso hablar mal de Pantoja cuando Encarna rompió con Isabel y exigió que la destrozaran en la mesa camilla. Paquita se llevaba muy bien con la tonadillera (que envió una corona nada más saber del fallecimiento), y no quiso entrar en el turbio juego de Encarna. Dejó el programa, aunque es verdad que tiempo después regresó a la tertulia.

La amistad entre Carmen Sevilla, Lola Flores y Paquita perduró con el tiempo aunque a Paquita le dolió que nunca fuera invitada a Cine de barrio, el programa que presentaba entonces su amiga Carmen. Algo que seguramente era más bien culpa de la dirección de Televisión Española que de la presentadora. La verdad es que además de incomprensible fue muy injusto, porque Paquita Rico fue una buena actriz, más que cantante.

Trabajó entre otros con Paco Rabal y con José María Rodero, dos inmensos actores, y además fue dirigida por José Tamayo en el escenario de Bodas de sangre, de Federico García Lorca, un papel aplaudido por toda la crítica y para el que tuvo como maestra a la actriz Pepita Serrador, madre de Chicho Ibáñez Serrador y esposa de Narciso Ibáñez Menta.