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Luis Enrique: la cara B del entrenador del Barcelona

  • Al asturiano no solo le preocupa ganar la Liga: su familia es lo primero

Informalia

A punto de cumplir los 46, lo que más le preocupa no es lo que muchos creen: que a su Barça le vaya bien. Eso es en lo profesional, pero por lo que daría hasta la última gota de su samgre, lo que le quita la vida de verdad al asturiano (y se la da), es su familia: su mujer, con la que lleva casi 20 años casado, y sus tres hijos. La pequeña Xana, de 7 años, le da más alegrías que Messi. O eso dice su cara cuando la mira.

Es tan celoso de su vida privada como apasionado del ciclismo o del surf y enemigo encarnizado de los periodistas. Para Luis Enrique Martínez García (Gijón 8 de mayo de 1970) su familia y su profesión, su círculo de amigos y su espacio para practicar deporte son innegociables. Ha ganado dinero, mucho dinero, como cualquier futbolista de élite en la 'era moderna', y como entrenador, en su segundo año en el Barcelona, donde su ficha asciende a 7,5 millones de euros anuales. Es el octavo técnico mejor pagado del mundo, por detrás deGuardiola, que cobrará 25 millones en el Manchester City a partir de la próxima temporada; Ancelotti, al que el Bayern abonará 15 'kilos' anuales; Klopp (13,9), Wenger(11,3) Van Gaal (10), Vilas-Boas (8,5) y Eriksson (8).

De sus negocios poco o nada se sabe, si es que los tiene. El indicio apunta a que junto a Carles Puyol, grandísimo amigo suyo, e Iván de la Peña forma parte de un grupo de intermediación, lo que es el agente de toda la vida. Puyol representa, por ejemplo, a Bartra, y De la Peña tiene merecida fama de ser un consumado detector de jóvenes, niños, talentos. Ninguno de ellos, por otra parte, intervino en la contratación de dos incorporaciones exigidas por Luis Enrique para reforzar la plantilla este año, después de la célebre sanción de la FIFA. En contra de los informes del club, se contrató a Arda Turan por 34 millones de euros y a Aleix Vidal por 18 millones fijos y 4 en variables.

La secretaría técnica desaconsejó el fichaje del turco porque no iba a encajar en el esquema futbolístico azulgrana y a Vidal porque "no le llega" para sustituir a Dani Alves. Turan juega algunos minutos, no es ni la sombra de lo que fue en el Atlético, y Aleix dista de ser el lateral que se vio en el Sevilla.

Ambos 'borrones' los ha anotado el Barça en el debe de su entrenador, a quien en invierno negaron el fichaje de Nolito, por el que había que pagar 18 millones a tocateja para que fuera suplente. El fair play financiero del club, que en los próximos años invertirá entre 400 y 600 millones en la remodelación del Camp Nou, no permitió la incorporación del jugador céltico. Los problemas en este capítulo se van a multiplicar en las próximas fechas, y no por culpa de 'Lucho'. Busquets tiene pactada su renovación y un aumento de 2,7 millones de euros anuales; a Neymar hay que subirle la ficha a 25 millones y a Messi, a 40, en junio. La economía azulgrana no puede permitírselo, menos aún si Catar, que sería el mirlo blanco, no firma como patrocinador principal.

Del cielo al suspense

Ésa es una parte de la actualidad de Luis Enrique, que de nuevo respira en la Liga después de haber dilapidado 12 puntos de ventaja en un mes. Había batido todas las marcas, era el mejor entrenador de la historia del Barça al cumplir el partido número 100; sus cifras, abrumadoras. En su primer año, cinco títulos, solo le falló la Supercopa de España, y en el segundo se iba a comer el mundo. Llevaba 39 partidos consecutivos invicto y de repente el Madrid cambió el viento de dirección. Cuando Piqué marcó el 1-0 del clásico en el minuto 56, la ventaja sobre el equipo de Zidane era de 13 puntos. Pero Benzema y Cristiano alteraron el rumbo y a partir de ahí el todavía líder entró en barrena. Perdió en Anoeta, también con el Valencia en casa y el Atlético le eliminó de la Champions. Un revés tras otro.

Una mala caricatura de Mou

La adversidad sacó lo peor de Luis Enrique, que no entiende una conferencia de prensa sin plantearla como una batalla dialéctica con los periodistas. Es faltón, grosero, soberbio y arrogante, una mala caricatura de Mourinho. Humilla y desprecia, pero no pide disculpas, le "importa un bledo" lo que se piense de él, o lo que se diga, comenta, pero no es cierto. Toma nota y pasa factura.

Casado con la alta burguesía

Con su esposa comparte la discreción, pero es la antítesis: ella, educada y tranquila; él, todo lo contrario. En diciembre de 1997 se casó con Elena Cullell, economista y deportista muy activa. De Elena se sabe que procede de la alta burguesía catalana, que tiene dos hermanas y que a las tres les dio estudios su padre, Francesc Cullell, fabricante de ropa de piel, jubilado hace años. El matrimonio Martínez Cullell tiene tres hijos, Pacho (17 años), le gusta el fútbol y el surf; Sira (16), reputada amazona, y la pequeña Xana (7).

Aquí sí hay quien viva

Viven en Gavá Mar, algo así como el Beverly Hills del Baix Llobregat. Vecinos son Reiziger, De Boer, De la Peña y Lorenzo Quinn, el hijo del célebre actor, que asistió a la boda de la pareja en la Catedral del Mar junto a otros 200 invitados. La casa es uno de los pocos lujos que se le conocen al entrenador azulgrana. Algo más de 800 metros construidos en una parcela de cerca de 2.400. Conserva la furgoneta con la que se desplazaba junto a sus ayudantes en Vigo cuando entrenaba al Celta. Allí puso de moda el andamio, "porque el fútbol se ve mejor desde la alturas", aclaró, inseparable siempre de un megáfono y las gafas de sol, porque tiene un leve problema ocular. Los otros dos vehículos, un Mini y el Q7 que facilita el club por el acuerdo con Audi.

Utiliza la furgoneta para trasladar la bicicleta o las tablas de surf. Con la bici ha subido el Mortirolo, el Tourmalet y la Marmolada, con Juan Carlos Unzúe, su ayudante y hermano de Eusebio, el mánager del Movistar Team, el equipo de Valverde, su ídolo. 'Lucho' tiene pasión por la bicicleta, pero son varios los retos que ha emprendido en el deporte como aficionado. Se propuso bajar de 3 horas en el maratón y a la tercera, en Florencia, después de Nueva York (3:14.09) y Amsterdam (3:00.20) lo consiguió, paró el cronómetro en 2:57.50. Ha corrido la Quebrantahuesos y terminó el Ironman de Klagenfurt (Austria), 3.800 metros de natación, 180 kilómetros de bicicleta y la maratón (42,195 kms). Cruzó la meta con sus hijos y tiene ese recuerdo como uno de los más bonitos de su vida.

¿El peor? La fotografía en la que se le ve sangrando por la nariz y llorando después del cabezazo de Tassotti dentro del área, en aquel partido con Italia en el Mundial de Estados Unidos 94, que el húngaro Sandor Puhl no quiso ver. Detesta aquella imagen, no porque va a unida a la eliminación de España sino porque se le ve como a un perdedor. Y no lo es.

Con 11 años era un tirillas y quería jugar al fútbol. Empezó en La Braña, luego en las categorías inferiores del Oviedo y García Cuervo le rescató para el Sporting, su equipo. Trabajo, gimnasio y buena alimentación le convirtieron en un todoterreno que del Sporting pasó al Madrid y de ahí al Barcelona, donde se convirtió en un antimadridista confeso y en un culé de toda la vida. Terminada su etapa como futbolista, y después de pasar seis meses en Australia practicando surf y algunos más entre retos deportivos de todo tipo, regresó para entrenar al Barça B, al que ascendió a Segunda. De ahí al Roma. Chocó con el ídolo Totti, le dejó en el banquillo y tuvo que poner pies en polvorosa. El Celta fue su siguiente destino. Triunfó. Y a continuación, el Barça, Xavi, Messi, Anoeta, Neymar, Luis Suárez, un compendio de figuras a las que finalmente extrajo lo mejor de cada uno. El equipo, cuando tiene chispa y fuelle, juega como es él: directo al objetivo. Toca menos que con Guardiola pero no desprecia el balón, al contrario. Es líder de la Liga, igualado a puntos con el Atlético y con uno más que el Madrid. Quedan tres partidos y la final de la Copa del Rey con el Sevilla en el Vicente Calderón. 'Lucho' tiene que seguir demostrando que es un magnífico entrenador con dotes de mando en el vestuario. Los títulos lo tienen que acreditar. Solo le quedan dos. De su mala leche no hay duda. Como dijo de él Karra Elejalde, "tiene somatizado el berrinche".