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Johan Cruyff: ninguno de sus ocho nietos pasará hambre

  • La herencia del holandés

J. Moriarty

El 23 de octubre de 2015 Johan Cruyff pasó un reconocimiento en el Hospital Clinic de Barcelona. Le detectaron un cáncer de pulmón. Con evidente ánimo, y unas ganas de luchar como las que demostró en su época de futbolista, al conocer la mala noticia manifestó que plantaría cara a la enfermedad y que la vencería. Cinco meses después murió. Posiblemente fue la única batalla que perdió. Tenía 68 años, mujer -Danny-, tres hijos, ocho nietos y un variopinto grupo empresarial que creció a la sombra de su apellido: Cruyff. El hijo de la  limpiadora del vestuario del Ajax se aseguró de que su familia no pasara apuros económicos cuando él faltara.

Se sabe más de las empresas de Cruyff que de su fortuna, y mucho más de su actividad futbolística que de su pasatiempo golfístico. Tenía 12 años cuando Manus, su padre, un humilde frutero, falleció. Correspondió a Petronila, la madre, sacar a los dos hijos adelante; el pequeño, Johan, un niño insignificante con el cuerpo de una sílfide, mostraba cierto talento futbolístico. Y afición. Petronila era la encargada de la limpieza del vestuario del Ajax y su buena relación con el jefe de mantenimiento de los campos de entrenamiento propició la entrada del niño en las categorías inferiores del club.

Recogepelotas, limpiabotas

Después de ser recogepelotas y limpiabotas, debutó con el Ajax en Primera División al cumplir los 16 años (1964) y con su primera ficha retiró a su madre de trabajar. El pequeño Johan, el Flaco Johan, tenía un don que el equipo supo explotar, acompañándole de una pléyade de jugadores irrepetibles. Así se proclamó tres veces campeón de Europa y fue el primer futbolista en conseguir tres Balones de Oro (1971, 73 y 74), esos trofeos que ahora se reparten Messi y Cristiano Ronaldo.

En 1974 jugó con Holanda la final del Mundial contra Alemania (7 de julio, Olímpico de Múnich) y la perdieron. Fue un partido espléndido, se adelantó Neeskens, de penalti; empató Breitner, también de penalti, y Müller hizo el 2-1 definitivo. La Naranja Mecánica no ganó, pero dejó un extraordinario sabor de boca y Cruyff se convirtió en el mejor futbolista del mundo de la época, comparado con Pelé y Di Stéfano. Era un líder en el más amplio sentido de la palabra, dentro y fuera del campo. Se enfrentó a su gobierno para rebajar el gravamen fiscal de los jugadores holandeses. Así explica el final de la negociación en su libro Me gusta el fútbol: "El acuerdo consistía en que los jugadores podrían colocar un 30% de sus ingresos brutos en un fondo de pensiones oficial que incluía un seguro de vida y de jubilación. A mí, por ejemplo, desde que cumplí los 40 años me tocan 50.000 euros al año". En una entrevista concedida a la revista Forbes explicaba sus dotes de sindicalista: "Había que cambiar la mentalidad de muchas cosas en el fútbol holandés, quedaban muchas reivindicaciones por hacer, tales como contratos dignos, seguridad par el futbolista frente al despotismo de los clubes y yo era el indicado para llevarlas adelante". No solo las condujo sino que las consiguió.

Un año antes de la final de Múnich el Barcelona consiguió arrebatárselo al Ajax por la nada despreciable suma de 60 millones de pesetas (360.000 euros), aunque hay quien afirma que el traspaso costó cien millones de pesetas. La ficha del astro holandés, 60 millones de pesetas, la más elevada de la época, el salario medio semanal de un jugador de gama alta en la actualidad. Cruyff llegó a la Ciudad Condal con su esposa, Daniela Coster (Danny), embarazada de Jordi, sus hijas Chantal y Susila y su suegro y representante Cos Coster.

0-5 en el Bernabéu

Como jugador del Barça ganó una Liga y una Copa, y 0-5 en el Bernabéu. En la etapa azulgrana se asoció con su compatriota Johan Neeskens y montó con Michel-George Basilevichen la empresa porcina Ganadera Catalana, que casi le costó la ruina, cuando el tal Basilevich desapareció con todo su dinero. No hubo manera de encontrarle. Al descalabro económico se sumó un conflicto con Hacienda cuyo resultado fue la salida intempestiva hacia Estados Unidos, para fichar por Los Ángeles Aztecs y con posterioridad por los Washington Diplomats. Superado más o menos el jaleo tributario, regresó a España y jugó diez partidos con el Levante. A continuación volvió a Holanda para terminar primero en el Ajax y luego en el Feyenoord. En 1984 dejó de ser futbolista y en 1985 empezó a ejercer de entrenador en su club de origen, hasta que en 1988 le llamó el Barcelona.

La idea de volver al Barça le atraía, pero antes de proceder le pidió a José Luis Núñez que arreglara de una vez por todas las diferencias que arrastraba con Hacienda. Núñez cumplió y empezó a pagarle 100 millones de pesetas (600.000 euros) anuales. Ocupó el banquillo azulgrana durante ocho temporadas, hasta 1996. Y fue en 1991, tras un encuentro con el Valladolid en el José Zorrilla, cuando sufrió el ataque al corazón. Al final del partido confesó a sus allegados que se sentía mal... Y fue víctima del infarto. Cruyff fumaba, y mucho, ya lo hacía en su época de jugador, y los médicos se lo advirtieron: "El tabaco o la vida". Y se pasó al chupachup. Entonces acuñó esta frase: "En mi vida he tenido dos grandes vicios: fumar y jugar al fútbol. El fútbol me lo ha dado todo en la vida y, en cambio, fumar casi me lo quita". 25 años después, se lo quitó.

200 millones por crear el DreamTeam

El 18 de mayo de 1996, cuando ingresaba 200 millones de pesetas al año, el doble que cuando llegó, José Luis Núñez. Había ganado cuatro Ligas con el Barcelona, y la primera Copa de Europa del club. Había impuesto un patrón de juego, un estilo; había convertido la cantera en un vivero del primer equipo; había creado el DreamTeam. Pero en el fútbol hasta los mayores éxitos parecen efímeros, y el carácter de Cruyff y sus constantes choques con la directiva hicieron el resto. "No hay ningún presidente que me diga lo que tengo que hacer", protestaba, y dejó para la Historia otras dos frases míticas, una, consecuencia de la otra: "El dinero tiene que estar en el campo y no en el banco, para que la gente disfrute". Luego la cambió por ésta: "Ahora el dinero ya no está ni en el banco ni en el campo; está en el bolsillo de algunos".

Con el despido bajó el cierre a su carrera de entrenador, aunque durante unos años ejerció como seleccionador catalán, sin sueldo, pero con alguna aportación a su Fundación.

De mánager, Jaume Roures

Entonces ya no le llevaba su suegro sino Jaume Roures, quien pedía un millón de pesetas por una entrevista con Johan Cruyff a los medios no especializados. Fue asesor del Ajax por 10 millones de euros, y del Chivas mexicano. Jorge Vergara, el mentor de este equipo, le fichó en febrero de 2012 para dos años y otro prorrogable y en diciembre del primero le despidió. Cruyff quería sentar una base, crecer sin prisas, y el dueño exigía resultados inmediatos.

En el fútbol, la inmediatez casi es un accidente, hay que "ir partido a partido", como dice el Cholo Simeone, y Johan, en el ámbito empresarial, fue poco a poco, tras la experiencia fallida de aquel negocio con Basilevich. Cruyff nunca olvidó su origen humilde, de ahí su fama de tacaño; o mejor, de poco derrochador. Valoraba el dinero porque en su infancia las pasó canutas. No le gustaba la gente que ganaba dinero a su costa y a los hijos les inculcó que había que estudiar o trabajar, nada de ninis. Precisamente con ellos contó en alguno de sus negocios. Creó la Fundación Cruyff para promover el deporte entre los niños; el Johan Cruyff Institute, sobre estudios deportivos; la escuela de negocios Johan Cruyff College, donde cada curso cuesta entre 7.500 y 10.000 euros por alumno; la Johan Cruyff Academics International, para másters en gestión deportiva, márketing, patrocinio, mecenazgo y cualquier actividad que tenga que ver con el fútbol -y son más de 6.000 pupilos en todo el mundo-; y además, las marcas deportivas Cruyff Sports y CruyffClassics, de ropa y calzado deportivos; la librería Johan Cruyff y la Johan Cruyff Football Ltd. Dos compañías inmobiliarias con sede social en España estaban asociadas al holandés: Maplestar SL, en Castellón, y Nuevos Horizontes 2000 SL, que dirige Chantal, la hija mayor, que tiene un valor activo de casi 5 millones de euros. Susila regentó hace años Horitextil, hoy clausurada, y Jordi, que llegó a jugar en el Barça, Manchester United y Alavés, es director deportivo del Maccabi de Tel Aviv y también posee una inmobiliaria.

El negocio porcino le salió rana; el resto rinde beneficios. ¿El valor de sus empresas? ¿La fortuna que ha dejado? No hay cifras, pero sí señales luminosas: ninguno de sus ocho nietos va a padecer las calamidades que él sufrió de pequeño. El mito se ha ido prematuramente, queda su estilo, deslumbrante en el fútbol; opaco e inteligente en los negocios, como para "poner la gallina de piel", que decía.