Actualidad

Liz Taylor: cinco años sin la actriz inolvidable

  • Murió el 23 de marzo de 2011

Martín Alegre

Elizabeth Taylor batió todos los récords. Se casó ocho veces, tuvo siete maridos, fue hospitalizada en 70 ocasiones y pasó por el quirófano otras 20. De los 54 kilos que pesó durante algunos años pasó a 82 cuando tuvo que permanecer en silla de ruedas por problemas cardíacos. Liz nunca fue una mujer de términos medios. Hace cinco años que nos dejó para siempre pero es una actriz eterna.

No ha habido una estrella de Hollywood con unos ojos como los suyos, entre el azul y el violeta. Ni una actriz que igualara su dilatada carrera cinematográfica. Empezó a triunfar a los 9 años con su primera película y trabajó en en series de televisión y los escenarios hasta casi el final de su vida.

Su última aparición ante un público entregado fue en 2007 para actuar en una obra de teatro en beneficio de la fundación que llevaba su nombre. La gente pagó 2.500 dólares por verla actuar y creyeron que había merecido la pena. Cuatro años más tarde, en 2011, murió en Los Angeles. Tenía 79 años, no muchos para una actriz que aparecía siempre hermosa , impecablemente vestida y maquillada como para salir a escena. Cuatro de sus hijos estaban con ella y todos la han recordado siempre como una buena madre.

Se cumplen este 23 de marzo cinco años de su muerte y ninguna de las grandes estrellas de Hollywood ha conseguido superar, ni siquiera igualar la estatura de un mito como el de Liz Taylor.

Y es que no sólo fue bellísima. Su atractivo y magnetismo eran irresistibles para los hombres. Porque tenía carisma, personalidad y fue una leyenda viva del cine. Sus tres Oscar, varios Globos de Oro y más de un Bafta acreditan su talento. Fue tan famosa por su carrera cinematográfica como por su vida sentimental.

Liz Taylor se casó ocho veces porque prefería tener maridos que amantes. El primero fue Conrad Hilton, el magnate hotelero, bisabuelo de la famosa Paris Hilton. Un matrimonio arruinado por la afición al alcohol del fundador de la cadena Hilton. 

Michael Wilding, el segundo, era 20 años mayor que ella, estaba celoso del éxito de su mujer y ella no consintió una rivalidad absurda. De Mike Todd estuvo muy enamorada aunque su relación era complicada. Hasta que un fatal accidente de avión acabó con la vida del productor de películas como La vuelta al mundo en 80 días.

Uno de los mejores amigos de Todd era el cantante Eddie Fisher, casado a su vez con la mejor amiga de Liz, Debbie Reynolds, protagonista de Cantando bajo la lluvia. Fisher (el padre de Carrie Fisher, la Princesa Leia) se acercó a Liz Taylor para consolarla pero acabó en su cama. Dejó a su esposa para pedirle que se casara con él y la prensa amarilla le puso la etiqueta de roba maridos.

El escándalo fue mayúsculo. Hollywood siempre ha sido tan puritano como hipócrita pero Liz Taylor hacía frente a las críticas con valentía y cierto desdén. También fue valiente en su vida personal. En 2003 le concedieron un Oscar honorífico por toda su carrera pero rechazó acudir a la ceremonia en protesta por la intervención de Estados Unidos en la guerra de Irak.

Por su cuarto marido, Eddie Fisher, se convirtió al judaísmo y no sólo por amor. Sus padre, gente muy culta relacionada con el mundo del arte, siempre habían defendido al sionismo y al estado de Israel a pesar de ser cristianos.

El padre de Liz Taylor era marchante de arte y en el tiempo que regentó una galería en Londres nació Liz Taylor. La actriz se consideraba británica de nacimiento, norteamericana de corazón y judía por vocación. En 1963, durante el rodaje de Cleopatra se enamoró de Richard Burton y, aunque ella seguía casada con Eddie Fisher y él con Sibyl Williams, se dejaron llevar por una pasión arrolladora y se pusieron Hollywood por montera desafiando convencionalismos y críticas feroces.

Eran dos personalidades arrolladoras que se admiraban y se querían tanto como se destrozaban mutuamente. Sus borracheras conjuntas eran legendarias, fiel reflejo de las que protagonizaron en películas como ¿Quién teme a Virginia Woolf?

Estuvieron diez años casados hasta que su primer divorcio les demostró que no podían vivir uno sin el otro y volvieron a casarse de nuevo. Sólo estuvieron juntos ocho meses.

Durante su matrimonio Richard Burton le regaló a su esposa las mejores joyas del mundo, como la perla Peregrina que había pertenecido a Felipe II y que España intentó recuperar en vano. Liz Taylor sacó a subasta muchas de sus joyas para ayudar a las distintas obras benéficas de su fundación. Porque siempre fue solidaria con causas como el sida, cuando la enfermedad era un tema tabú y maldito.

Ella fue la mejor amiga y la mejor ayuda de Rock Hudson cuando el actor enfermó y confesó por fin aquel mal innombrable que casi nadie se atrevía a pronunciar. Taylor se puso al lado de Michael Jackson cuando le acusaron de pederastia y le destrozaron en los tribunales.

Fue el mejor apoyo de Montgomery Cliff, que jamás se atrevió a confesar públicamente su condición de homosexual y se sentía incomprendido y marginado. Freddy Mercury también adoraba a Liz Taylor por su apoyo en la causa contra el sida de forma activa y sincera. También fue el motivo por que le entregaron a Elizabeth Taylor el Príncipe de Asturias de la Concordia. Fue personalmente a Oviedo a recogerlo en 1992.

Su matrimonio con el senador republicano John Warner en 1.976 marca el principio de su deterioro físico, y no precisamente por la edad. Esta relación infeliz la convirtió en una alcohólica, situación que se complicó con los problemas de espalda que arrastraba desde que se cayó de un caballo haciendo una película. Y precisamente en el centro de desintoxicación Betty Ford conoció a su último marido, Larry Forstensky, un obrero de la construcción que también intentaba abandonar la bebida. Final modesto para una gran estrella reina del glamour, culmen de la belleza y con una humanidad demostrada durante toda su vida.