El nido de amor flotante de Kennedy y Marilyn está en Mallorca
- El velero del presidente compite en regatas para clásicos
Informalia
El velero del presidente John Fitzgerald Kennedy se conserva como en los años 60. La llamada "Casa Blanca Flotante" pertenece ahora a un grupo de cuatro amigos: un neozelandés, un sueco, un americano y una inglesa se encargan de mantenerla viva: brilla como el primer día mientras y compite en regatas de barcos clásicos por todo el mundo. Se llama El Manitou y mide unos 20 metros de eslora.
John F. Kennedy encargó al ingeniero naval John Tazwell buscar un velero deportivo para conseguir unir su pasión por la vela y sus funciones como presidente: El Manitou. Durante una visita a la US Guard Cost Academy, Kennedy vio un barco de 24 años de antigüedad con 62 pies de eslora del que se enamoró: "Éste es mi barco, éste será mi yate presidencial". La embarcación pasó así a ser un símbolo de la presidencia. El archivo de la Casa Blanca guarda fotografías de Kennedy al timón y multitud de imágenes familiares.
No obstante, no solo los familiares del presidente visitaron el barco. Según el artículo: The complete story of John F. Kennedy's yacht Manitou: "multitud de estrellas se dieron cita en la embarcación como invitados. Kennedy tenía una gran fascinación por Hollywood, pero aún más por sus estrellas. La bañera en la cabina de popa, situada bajo la exclusiva estancia, fue sede y punto de encuentro de estrellas como Marilyn Monroe".
El barco reluce aún hoy y estos días se puede ver en el muelle de Port Adriano (Calvià, Mallorca), donde este fin de semana disputa la tercera edición de la Classic Silver Bollard Regatta. No es la única cita de la embarcación, la Regata Illes Balears Clàssics del Club de Mar y la Copa del Rey Panerai de Barcos Clásicos en Menorca le esperan. Así hasta completar todo el circuito del Mediterráneo.
Su capitán es Alex Tilleray, un londinense de 33 años que dejó su título en Económicas y se hizo a la mar: "No me veía encerrado en una oficina", relata en El Mundo. Él asegura que el barco está en mejores condiciones que nunca, e incide en que conserva la gran mayoría de elementos desde 1937, cuando salió de los astilleros M.M. David Salomons.
El Manitou compite de mayo a octubre, y el resto del año está atracado en Cannes, donde Tilleray supervisa su mantenimiento. Lo barniza 12 veces al año, retira el mástil cada dos y repara los desperfectos que haya podido sufrir la quilla en las únicas tres semanas que el barco pasa fuera del agua. Además, el equipo cambió el último invierno cada uno de los 4.000 tornillos del Manitou. El presupuesto anual para que siga impecable asciende a 150.000 euros.
Los cuatro propietarios habían hecho negocios juntos y querían celebrar su jubilación inminente con la compra de un barco de regatas. Lo compraron por 280.000 dólares y lo trasladaron al astillero Zahniser, en Maryland (EEUU), para repararlo. Los cuatro amigos invirtieron un millón de dólares para poder cruzar el Atlántico y competir por todo el Mediterráneo con la última tecnología, pero sin traicionar sus líneas clásicas. Su precio de mercado asciende a 1,3 millones de dólares. Quién diría que hace tan solo cinco años el Manitou no estaba siendo aprovechado, ya que la nieta de James R. Lowe, Laura Kilbourne, propietario posterior a Kennedy, no tenía ni tiempo ni dinero para cuidarlo.
La belleza del exterior del barco se podría comparar con la cantidad de secretos del interior del Manitou. El presidente dormía en la estancia de popa y junto a las fotos antiguas que decoran el interior se encuentra uno de sus mitos: en el suelo, dos puertas invisibles a simple vista dan paso a su bañera, la que invita a elucubrar y romper el silencio del Manitou: "Quién te dice que Marilyn no se bañó aquí... seguro que hubo muchas mujeres", fabula el capitán del velero,"si esta habitación hablara...".
El champán también era un habitual del barco, Kennedy tenía que brindar por los acuerdos con sus colaboradores: "Se dice que pasaba más tiempo aquí que en la Casa Blanca", y es que Kennedy contaba con los mismos medios que en el Despacho Oval, como la posibilidad de comunicarse con cualquier parte del mundo.
El presidente fue asesinado en 1963 y el Manitou vendido en una subasta a la Escuela Náutica Harry Lundeburg, que presidía Paul Hall. Jackie Kennedy estaba a punto de cambiar su apellido por una simple O y el armador griego Aristóteles Onassis intentó entregarle como regalo de bodas el barco en el que había sido feliz. Aunque el millonario fracasó -el dinero no era el problema- pero la casa de subastas se negó a vendérselo. Quería que el Manitou sirviera para que adolescentes en riesgo de exclusión aprendieran a amar el mar. Pese a que Jackie perdiera; Hall estaba honrando a Kennedy.