La psicología tiene mucho que decir en los mercados. Resulta curiosa la relación que establecen algunos autores entre la psicología masculina y la forma de operar de los hombres en bolsa.
Últimamente surgen teorías que tratan de superar la trasnochada idea de los mercados eficientes para explicar cómo se mueven en realidad, como el conductismo financiero.
La idea es que los hombres tienen el enemigo dentro de su cabeza, en los “secretos” que guardan en el subconsciente, que les hacen ignorar la lógica, el análisis y el estudio de sus posiciones y hasta el sentido común cuando operan en el mercado. “El trading es un campo de batalla donde se pone a prueba la masculinidad”, concluye James Hollis, un psicólogo conductista.
Según su estudio, hay cuatro secretos poderosos en la mente de los hombres:
1. Papeles rígidos: muchos hombres se pasan la vida intentando cumplir las expectativas de su cultura, comunidad, padres, esposa, hijos...Estos papeles que representan crean resentimientos interiores que aparecen en otras áreas de su vida.
2. Miedos y paranoias. Los hombres se sienten como niños en su interior y no sólo no pueden admitirlo, sino que están programados para creer que no deben sentir miedo. Así que lo compensan comportándose como machos en el mercado.
3. Suprimir las emociones: en los deportes, el ejército, etc. les enseñan que los hombres de verdad saben asumir el dolor y aguantarlo estoicamente; saben esconder sus sentimientos y emociones.
4. Las reglas femeninas interiores: todos los hombres tienen un lado femenino en su mente, alimentado por sus madres, novias, amigas, esposas, etc. Los hombres le temen y lo niegan porque amenaza su masculinidad. Al sentirse inseguros en su papel de género, lo compensan proyectando su autoimagen en los otros y viven tras una fachada de macho.
Los seis tipos de inversor en bolsa
Estos cuatro “secretos” son los que dirigen a los hombres al invertir en bolsa. El psiquiatra y editor de un newsletter de inversión, John C. Schott, distingue seis perfiles de inversor basados en estos factores: cada uno se basa en sentimientos que son comunes a todos, pero que se expresan de diferentes formas:
1. El que juega fuerte: invierte para impresionar, con fuertes apuestas en los valores más calientes, excitándose e identificándose con ellos, en los que no sólo pone su dinero, sino su autoestima y su reputación. Tiene que ganar siempre, así que oculta las pérdidas.
2. El operador impulsivo: se conduce por el estómago, las emociones y un optimismo irracional, con un mínimo de análisis racional, hasta el punto de negar la evidencia. Es como un adolescente que se enamora a primera vista, ciego, que necesita gratificación inmediata.
3. El más listo: muchos hombres están convencidos de que pueden batir al mercado porque son más listos que los demás. Aman la emoción del juego. Incluso las pérdidas les estimulan y les llevan a seguir jugando, convencidos de que la siguiente apuesta traerá una gran ganancia.
4. Don angustias: él es su peor enemigo. Agoniza y da cien mil vueltas a cada decisión. Es mejor que no opere, porque su ansiedad produce las pobres rentabilidades que quiere evitar desesperadamente.
5. El temeroso: sabe que estar en el mercado es necesario para tener una jubilación decente, pero no confía en el mercado y tiende a ser exageradamente conservador.
6. El ganador inesperado: lograr una suma importante de forma inesperada, en la lotería, en las tragaperras, con una herencia, etc. le genera sentimientos contradictorios de avaricia, pérdida, culpabilidad, falta de merecimiento, adicción, extravagancia, confusión. Estos sentimientos anulan cualquier racionalidad al invertir.
Otros dos autores, Odean y Barber, aseguran que las mujeres son mejores inversoras, en parte porque los hombres son demasiado activos y operar demasiado les provoca pérdidas. Las mujeres tienen más paciencia y más aguante con las pérdidas, lo que les da mejores resultados en el mercado.