Tener bien vigilado al dólar estadounidense es una de las claves para el inversor europeo que invierte en Wall Street, ya que el efecto de la divisa puede suponer un plus de rentabilidad para su cartera americana, o un castigo que dilapide las ganancias que se hayan podido conseguir en la renta variable al otro lado del Atlántico. El año pasado fue un buen ejemplo de este último caso: el dólar perdió un 14,1% frente al euro en el ejercicio, por lo que, si bien el Dow Jones subió un 25% en el año, la rentabilidad final, teniendo en cuenta el impacto de la divisa, quedó en un 9,7% para el inversor europeo. En el arranque de 2018 esta tendencia continuó: desde el inicio hasta el 1 de febrero el euro dólar subió un 4,21%, restando rentabilidad a las inversiones en el país americano -ver gráfico-. Sin embargo, ese día se vieron los máximos del ejercicio, en los 1,25 dólares, y desde ese punto hasta los 1,194 dólares actuales el billete verde ha perdido un 4,5%.
Ahora, el dólar sube ligeramente, en torno al 0,65% en 2018, algo que está ayudando a reducir las pérdidas que produce la bolsa estadounidense en el ejercicio (el Dow Jones caía un 2% anual a media sesión de Wall Street del viernes, y el S&P 500 un 0,6%), aunque el impacto positivo de la moneda es todavía poco significativo. Eso sí, hay que destacar que el viernes, a media sesión de bolsa estadounidense, el cruce del euro dólar llegó a marcar nuevos mínimos del año, en los 1,191 dólares, provocando las primeras ganancias del euro para los inversores en suelo americano. Ahora hay analistas que consideran que la divisa estadounidense todavía tiene potencial de revalorización; desde SaxoBank destacan que "el rally del dólar parece que va a continuar, a medida que los inversores cubren sus posiciones cortas y reducen su exposición a inversiones de riesgo". Según la firma, "el cruce del euro con el dólar tiene potencial para volver a los 1,16 / 1,15 dólares". Según el banco danés "el euro podría encontrar apoyos en los próximos meses a medida que se rebaje la preocupación que ha generado la fragilidad de los indicadores económicos".
La debilidad que está experimentando el euro durante las últimas semanas (desde los máximos de abril, el día 16 en los 1,238 dólares pierde un 3,5%) se sustenta en la situación macro que presentan ahora las dos regiones. En Estados Unidos el crecimiento previsto por parte de la Reserva Federal (Fed) es mayor para los próximos años, del 2,7% para 2018, y 2,4 y 2 por ciento para los dos siguientes ejercicios; mientras, para la eurozona el Banco Central Europeo (BCE) pronostica un crecimiento del 2,40% en 2018 y del 1,9 y 1,7% para los dos próximos años.
Las dos entidades que establecen la política monetaria de cada región lidian ahora con situaciones muy distintas: mientras en Estados Unidos los últimos datos de inflación están en consonancia con el objetivo de la Fed, y así lo reconoció la entidad en la reunión del pasado miércoles, en Europa la situación es distinta: en el último encuentro del BCE, Mario Draghi, su presidente, reconoció que los miembros del consejo de gobierno están todavía debatiendo si el frenazo que se ha visto en distintos indicadores macro -los mismos a los que se refieren desde SaxoBank- de la eurozona durante el primer trimestre -varios PMIS fueron peores de lo previsto, como el de servicios, además de que los resultados de varias encuestas a empresarios y consumidores fueron también peores de lo estimado- es el inicio de una tendencia, o algo puntual por circunstancias que no podrían no ir a más.
Sea como sea, la realidad es que en la eurozona la inflación todavía no muestra gran fortaleza: el último dato conocido, el adelantado del mes de abril que se publicó el viernes, mostró un crecimiento del IPC subyacente -el que excluye los elementos más volátiles de la cesta, como los precios de la energía y los de algunos alimentos- del 0,7%, por debajo del 0,9% esperado, y del 1% que alcanzó el mes anterior.
Desde Monex, hacen hincapié en las dificultades que está teniendo Mario Draghi para conseguir llegar al objetivo de inflación: "El final del programa de compras de deuda empieza a parecer mucho a la bruja Morgana, que se aleja cada vez que uno se aproxima a ella. Ahora, la mayor parte de halcones -partidarios de una política agresiva- han aceptado que el programa se mantendrá más tiempo".