Dos acontecimientos políticos, las elecciones en Estados Unidos en noviembre de 2016 y en Francia en abril de 2017, que se han demostrado cruciales con el paso de los meses, representan los dos últimos picos de los principales índices del miedo. Ahora, los repuntes del VIX y el VStoxx, los selectivos que miden la volatilidad implícita del S&P 500 y del EuroStoxx 50 y que están marcando máximos no vistos desde aquellos acontecimientos, respectivamente, son ajenos a procesos electorales y están motivados, principalmente, por las tensiones en el mercado de renta fija, en el que se está viviendo un súbito incremento de la rentabilidad ofrecida por los bonos soberanos ante una expectativa de mayor inflación -alimentada recientemente por los positivos datos de empleo publicados en la primera economía del mundo- y de un aceleramiento del proceso de normalización de la política monetaria de la Reserva Federal (Fed) y del Banco Central Europeo (BCE).
Ambos hibernaban. Pero el VIX ha escalado prácticamente un 100% desde los mínimos de diciembre, hasta superar los 17 puntos. Y, por su parte, el VStoxx ha subido casi un 80% en el mismo periodo, hasta tocar los 19 enteros. Cumpliendo el axioma natural y acelerando ambos en sus ascensos a medida que profundizaban las caídas en las bolsas, que, en Europa, o han borrado ya todo lo recorrido desde que arrancó 2018 o van camino de hacerlo.
Ninguno de los dos selectivos del miedo cotizaban en estos niveles desde que la tensión política se encontraba en máximos, con Trump como protagonista en Estados Unidos y con Le Pen y su euroescepticismo amenazando la estabilidad del proyecto común del Viejo Continente.
Eso sí, pese a los ascensos, los niveles actuales de estos índices de volatilidad están lejos de ser preocupantes y señalan más las dudas de los inversores sobre si lo que está ocurriendo es una corrección saludable tras semanas de fuertes subidas en los parqués o algo más serio.