En el año 2000, Robert Shiller publicó una de las obras que más ha marcado su carrera y que más relevancia ha tenido en el mundo bursátil. El libro de este economista estadounidense, galardonado con el premio Nobel en 2013, llevaba por título uno de los conceptos financieros que más veces se ha utilizado en los últimos tiempos. Aquel que se usa para describir la atmósfera que se respira en los mercados antes del estallido de las burbujas. ¿Cuál era? Exuberancia irracional.
Como ya explicó en su día a elEconomista, este término sirvió de premonición para aventurar el estallido de las puntocom y ha sido usado de manera recurrente para ilustrar el comportamiento de los mercados y para sembrar la duda (de manera más o menos argumentada) sobre si un determinado activo se encuentra en niveles previos a un crack o si por el contrario aún tiene recorrido. El último mercado en someterse a este juicio ha sido Wall Street.
El rally alcista de la renta variable americana todavía no parece expirar pese a contar ya con 9 años de escalada a sus espaldas. Tras once meses de negociación, el S&P 500 se anota una revalorización superior al 17%, lo que le convierte en uno de los mercados más alcistas del año en el mundo desarrollado.
Una vez recuperados los máximos de 2013, los operadores se acostumbraron a degustar máximos bursátiles, y pocos esperaban ya que la euforia pudiera dar más de sí. Sin embargo, una vez más, los indicadores volvieron a demostrar esta semana que la renta variable busca romper cualquier tipo de convencionalismo. El Dow Jones y el S&P 500 quisieron culminar en noviembre su octavo mes consecutivo de subidas. En este sentido, desde enero, hasta siete valores han conseguido (o están muy cerca de lograrlo) duplicar el precio con el que comenzaron a cotizar este año.
Como bien acuñaba David Kostin, estratega jefe de Goldman Sachs, quizás la exuberancia es una realidad, pero hay que olvidar fantasmas del pasado: en esta ocasión su raciocinio nada tiene que ver con las dislocaciones de antaño. De hecho, el PIB de Estados Unidos suma ya dos trimestres consecutivos creciendo por encima del 3%, el paro se asienta cómodamente en el 4,1% y el Fondo Monetario Internacional proyecta que 2018 será el año con menores recesiones económicas de la historia.
"Nuestra exuberancia racional se basa en la combinación de un crecimiento económico tanto en EEUU como a nivel mundial por encima de la tendencia, una subida de los tipos que crece lentamente y un impulso de los beneficios ayudado por la reforma fiscal que probablemente se adoptará a principios del próximo ejercicio", justifica el propio Kostin. Sin embargo, algunos de los catalizadores más importantes por el mercado no han llegado todavía a materializarse. La atención se dirige al Capitolio, donde el Senado votó el viernes su plan de reforma tributaria. Un proyecto algo dislocado, especialmente por su coste, donde el principal motor para el entusiasmo del mercado llega de mano de la rebaja del impuesto de sociedades hasta el 20%. Otros aspectos, sin embargo, dejan todavía muchos hilos por atar, algo que los republicanos en ambas cámaras deberán pulir en próximas semanas.
Y no hay que olvidarse de la Fed, desde donde su todavía capitana, Janet Yellen, y algunos de los miembros que componen el Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés) intentaron canalizar de alguna forma el espíritu de las palabras de Shiller, como pudo observarse en las actas de su última reunión de política monetaria. En ellas, varios participantes "expresaron su preocupación por el cúmulo potencial de desequilibrios financieros, a la luz de elevadas valoraciones de activos y la baja volatilidad del mercado".