Las materias primas se rinden al pesimismo del mercado. El crudo, estrechamente relacionado con el crecimiento económico, profundiza sus caídas y cotiza en torno a los 72 dólares el barril. Su nivel más bajo desde principios de julio. La historia se repite con el aluminio y cobre.
Van encajando las piezas poco a poco, pero hacia la dirección que el mercado prefiriría evitar: una nueva recesión económica. Después de todo, ya no es únicamente la evolución de la renta fija refugio la que defiende con su cotización la posibilidad de una nueva recaída económica, ni tampoco los datos macroeconómicos que se van conociendo en Estados Unidos -el último en publicarse reiteró la debilidad del sector inmobiliario-. Las materias primas se contagian del pesimismo del mercado y la demanda pierde brío a favor de lo activos que ofrecen refugio.