Desprecio a los políticos

“Los políticos son gente producida por la misma sociedad que los desprecia”, leía no hace mucho tiempo a Alejandro Vigo, en una frase que decía con cierto desconcierto y que a mí desde que la leí me produce la misma impresión. Esa sociedad que produce a unos políticos, que los vota, siente su cercanía, pronto los desecha, los rechaza, le provocan salpullido. Así estamos, en general, los españoles y así estamos en otros lugares más del planeta, aunque efectivamente no sea nada bueno. La distancia que sentimos los españoles de nuestros representantes legales es grande. Ya, pensamos, no nos representan. Y es verdad, no nos identificamos con sus proyectos, ni con lo que dicen, ni con lo que nos transmiten. Pronto a nuestra clase política se le olvida lo que había prometido e, incluso, lo que había dicho. Y así vemos a los socialistas catalanes dando bandazos, a los populares perdiendo sus señas de identidad más claras, como ha sido que sabían hacer economía y a la izquierda anclada en el siglo XIX, sin evolucionar y asaltando supermercados, como si fuera una “gracieta”.

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