Olor a podrido

Por todos lados huele a podrido. No hay institución que se libre de ese olor tan fuerte a corrupción. Nos enfrentamos a una situación que parece no tener límites, unos sucesos tapan a los siguientes y cada día nos desayunamos con algo nuevo que nos hace olvidar lo anterior. Parece como si hubiéramos enloquecido ante el ansia por enriquecernos. El último descubrimiento en Valencia parece no tener límites. Los ciudadanos de a pie miran asombrados sin dar crédito a lo que ven sus ojos. Desde la primera institución del país, la monarquía, hasta lo deportivo, pasando por lo político y lo público todos llegan al banquillo. Nadie parece librarse. Afortunadamente la gran mayoría está fuera de este entramado, pero los que son noticia son los deshonestos y parece que alcanza a todos, no es así, pero creo que habrá que empezar a pensar en que van a ser noticia los honrados, los incorruptos, los normales.

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