Todo eran placeres y sonrisas en los idílicos parajes del Cabo de Gata: gamba roja, maravillosas playas, aguas cristalinas y el arrullo del Mediterráneo almeriense. Ese podría ser el resumen en blanco del plan de amigas de Sara Carbonero en estos días de finales de julio ardiente. Para colmo, la ex de Iker Casillas iba de la mano de la mejor anfitriona para visitar esta esquina del paraíso: su ex compañera, socia y gran amiga Isabel Jiménez, casi una hermana y sin duda la cicerone perfecta al este la tierra andaluza. Aunque Sara conoce bien el parque natural, que recorrió hace años con el portero de la Selección Española cuando estaban juntos y se amaban en las calas verdes al levante de Agua Amarga. Algunas veces, Sara y el padre de sus hijos recorrieron ese lugar acompañados también por Isabel Jiménez y su marido. Lejos quedan aquellos besos, pero en esta ocasión a Sara y su querida Isabel tampoco les ha faltado buena compañía. Junto a las periodistas y empresarias, iban Vanesa Martín y Raquel Perera, la ex de Alejandro Sanz. La ruta trazada magistralmente por la presentadora de Informativos Telecinco incluyó el lunes un día en las tumbonas de la playa de Agua Amarga, que se alquilan junto a las sombrillas en la mejor zona del arenal, frente a un restaurante llamado El Playa, cuyos boquerones fritos compiten con un arroz negro para chuparse los dedos, por no hablar de los botellines de Mahou, los más fríos que existen. Por la noche, Sara Carbonero tenía una cena en el Cortijo La Loma, en La Isleta del Moro. Pero Sara no pudo comer en El Playa el lunes. Ni Sara ni nadie. Porque cierra los lunes. Eso no fue óbice ni cortapisa para que un avezado paparazzi se colara en el establecimiento, a pesar de estar cerrado y por tanto sin acceso para el público, ni servicio, ni camareros. Ni botellines fríos. El fotógrafo, con la intención de inmortalizar a placer a Sara Carbonero en bañador, no tuvo problema en saltarse la cadena que deja perfectamente claro que el local no está abierto al público. Se colocó en la terraza a pie de playa, sacó su cámara e hizo su trabajo lo mejor que pudo. Se le pasó un pequeño detalle: se había colado en un local donde no podía estar, un presunto allanamiento de morada, según las dueñas del establecimiento y según las cámaras de vigilancia a las que ha tenido acceso este digital. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de el Playa Restaurante Aguamarga (@elplayaaguamarga) "Yo no te he quitado ninguna tarjeta" La cosa fue a más. Una de las propietarias de El Playa sorprendió al paparazzi en plena faena, dentro de su 'casa': se había colocado en una silla del local, apoyado en una mesa, y ahí estaba, apuntando a Sara Carbonero, aparentemente ajena a lo que ocurría a apenas siete metros de su hamaca, donde se secaba tumbada al sol cada vez que volvía de darse un baño algo movidito gracias al viento de levante que arrullaba la cala de Agua Amarga ese lunes. Mientras Sara iba combinando baños, cremas, lecturas y demás placeres habituales sobre la arena, y sobre todo cuando la periodista volvía de cara, en traje de baño, el paparazzi la retrataba volviendo mojada a su hamaca. Llevaba la tarjeta de memoria ya medio llena cuando una de las dueñas le sorprendió, como decíamos, en la faena: "Usted no puede estar aquí", le dijo. "El local está cerrado y usted se ha saltado la cadena que impide la entrada y se ha colado sin permiso". Pero cuentan varios testigos presenciales que el fotógrafo "se puso farruco". O sea que, según nos dicen, vino a decirle a la dueña que le indicaba que no podía estar en ese local que le dejara "en paz". La cosa fue a más. Llegaron miembros de las fuerzas de seguridad, algún policía. Y se lio: gritos, empujones y, presuntamente, alguna amenaza. En esto, el fotógrafo le dice a la dueña que la va a denunciar, acusándola de robarle su tarjeta, es decir, las fotos que le había hecho a Sara Carbonero. "Yo no te he quitado ninguna tarjeta", contestó ella. Nos adelantan unos y otros que se avecinan denuncias cruzadas. Las dueñas y empleadas del local que sorprendieron al paparazzi dentro sin permiso sostienen que la tarjeta "debió caerse a la arena de la playa" en los forcejeos y denunciarán al fotógrafo. Las cámaras del local prueban que se coló. Sacamos una en la que no se ve la cara pero está todo grabado y corrobora la versión de las empleadas. Lo peor: su testigo nos asegura que escuchó a un municipal de Níjar decirle a la empleada: "¿Por qué no le devuelve la tarjeta?", dando por bueno que en verdad se la habían quitado sin estar claro. Una cosa está clara: el paparazzi no tendrá las fotos de Sara pero a él sí le tienen fotografiado con las cámaras de seguridad: sentado en el local en el que se había colado estando cerrado. Sara Carbonero, nos cuentan, se coscó después de lo ocurrido pero al parecer no se dignó darles las gracias a quienes, a la postre, impidieron que el paparazzi hiciera su trabajo. No obstante, la propia Sara y su amiga Isabel Jiménez se encargaron después de inmortalizar (sin necesidad de paparazzi) sus mejores momentos en el Cabo de Gata. No faltan en algunas de esas imágenes ropas de Slow Love, la marca que fundaron juntas. Sara Carbonero regresó este martes por la noche a Madrid, en el último vuelo procedente de Almería. Llegó a la capital pasadas las once de la noche "por culpa del tráfico aéreo", según dijo el capitán de Iberia durante el vuelo. Sara estaba contenta y sonreía junto a la amiga que la acompañaba. Lo había pasado muy bien. Isabel Jiménez y Sara Carbonero son íntimas desde que se conocieron en los pasillos de Mediaset, cuando ambas compartían plató en el informativo de mediodía de Telecinco. La toledana cumplió 40 años en febrero, dos menos que Isabel, nacida el Día de los Enamorados: las dos son Acuario y se entienden muy bien. Son socias, han vivido los nacimientos de sus respectivos hijos, sus amores, y desamores en el caso de Sara, y también los problemas de salud de la manchega más conocida de España desde que murió su tocaya, Sara Montiel.