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El funeral por Carmen Sevilla coincide con el día de su cumpleaños: el lunes que viene
Informalia
El nombre de Carmen Sevilla retumba de repente otra vez en las televisiones. La guerra de magacines y programas de corazón, más cruenta desde la llegada de Ana Rosa Quintana a las tardes y el posterior corrimiento de tierras, convierte casi cualquier chascarrillo en objeto de deseo para incorporarlo a los contenidos. ¿Quién puede contenerse ante la suculenta guerra familiar que se avecina?
La exacerbada competencia obliga a los primeros espadas del reino rosa a estirar titulares como el que lanzaba ABC este miércoles: "Nadie recoge las cenizas de Carmen Sevilla 105 días después de su incineración". El despliegue posterior de informaciones, las versiones, los matices, reacciones, efemérides elaboradas con semejante percha y los debates de los todólogos que llenan los platós potencian el asuntillo hasta competir en número de horas con la barbarie desatada en Oriente Medio.
Todo comienza porque una sobrina de Carmen Sevilla llamada Elena va al tanatorio donde fue incinerada su célebre tía para recoger una parte de las cenizas como recuerdo de la presentadora del Telecupón y Cine de Barrio. Entonces, se supone que algo indignada con Augusto Algueró, único hijo de la artista, filtra a un periódico que las cenizas de Carmen siguen allí después de que se lo chive un operario indiscreto. Luego, la propia Elena se despacha con El Confidencial para calentar su momento de gloria y desde luego promocionar el funeral que ella ha organizado sin contar con Augusto.
Más tarde comienzan las versiones: que si es mentira, que si es verdad, que si no hay derecho, que si uno ha hablado "con el entorno de", que si Rappel dice que es falso, que si Parada no se cree nada… Y así estamos, con la pobre Carmen Sevilla resucitada tres meses después de muerta y una década después de que ni ella misma supiera apenas lo grandísima que fue. Y fue muchas cosas: muy bella, divertida, trabajadora y buena madre. Carmen Sevilla marcó más que una época. Fueron varias. Pero en todas mostró su carácter afable, que tenía poco que ver con el ansia insaciable de polémicas televisivas, efímeras pero muy intensas. Casi más que cuando rompió con el padre de su hijo o se casó con Vicente Patuel para irse al campo con las ovejitas.
Mucho más tierno resulta recordar su figura. Carmen Sevilla triunfó como cantante durante veinte años pero un par de generaciones la recuerdan más en su versión madura como presentadora, con sus sonados lapsus en el Telecupón o marcando su personalidad al frente de Cine de barrio en TVE.
Carmen Sevilla hubiera cumplido 92 años el próximo lunes (y no 93, como consta en las biografías). Los más maduros la recordarán como actriz; ya fuera jugando al destape sin destaparse en los setenta o mucho antes: en sus años dorados trabajó junto Jorge Negrete, Luis Mariano, Vittorio de Sica, Nicholas Ray o Charlton Heston. Pero ahora lo que queda parece que es la bronca familiar de las cenizas de Carmen Sevilla, porque, según algunas versiones, siguen en el tanatorio, o porque sus sobrinas se han hecho un relicario con parte de sus restos. La verdad es que hay un plazo para recogerlas y aún no ha expirado.
Con todo, tres meses después de la muerte de Carmen Sevilla, uno de los temas que alimenta el submundo rosáceo es la gran bronca de familiares y amigos de la estrella. ¿Veremos a la sobrina en algún plató, entrará por teléfono? ¿Y en Gran Hermano?
Su único hijo, Augusto Algueró, había sido ya muy criticado por negarse a la celebración de ningún homenaje o funeral multitudinario, a la altura de un personaje de esos que son visitados por los Reyes cuando mueren y tienen una capilla ardiente en lugares sagrados como el teatro Español (si es Madrid), por donde desfilan durante muchas horas miles de personas para despedirse. Pero Augusto no quiso. Tal vez el hijo del célebre compositor ya consideraba hace años que su madre se había ido aunque siguiera en la Tierra. Puede que otra persona de la familia esté en desacuerdo con esa decisión pero Augusto es el único hijo.
Elena, hija de Pepe García Galisteo, uno de los hermanos de Carmen Sevilla, no parece llevarse demasiado bien con su primo Augusto. De hecho, no parece tener apenas relación. Sin embargo, le solicitó un relicario con parte de esas cenizas para poder juntarlas con las de su padre o esparcirlas por Marbella, supuesto deseo que le expresó su tía cuando estaba bien. Augusto accedió y se apartaron algunas cenizas para tal fin. Las recogieron Elena y su hermana en el tanatorio de Pozuelo, donde se incineró a Carmen. Uno de los empleados del servicio funerario cometió la presunta indiscreción de revelar a personas distintas del hijo de la finada que las cenizas aún no habían sido recogidas por Augusto Algueró. Y de ahí la información pasó a un periódico.
El próximo lunes, fecha del cumpleaños de Carmen Sevilla, las sobrinas 'chivatas' de la artista han preparado una misa en la iglesia San Francisco de Borja de la calle Serrano de Madrid. Les ha faltado tiempo para proclamar a los cuatro vientos que ellas han invitado a su primo Augusto Algueró (han invitado ellas al hijo de la fallecida al funeral de su madre).