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Las otras bodas de Mónaco

  • De Grace Kelly a Beatrice Borromeo

Informalia

Una periodista que lo deja todo por amor y una de las actrices más prometedoras de los años 50. Entre una y otra escena han pasado 59 años y ocho bodas en el Principado de Mónaco. Hablamos de Grace Kelly y de Beatrice Borromeo, dos de las protagonistas más despampanantes de las bodas monegascas.

El 1956, Grace Kelly se convirtió en Gracia de Mónaco y pasó a interpretar un solo papel el resto de su vida: el de princesa. La mujer de Rainiero III vistió un elegante y romántico diseño de Helen Rose el día de su boda. El encaje en la parte superior y la falda voluminosa no tenían nada que ver con el vestido de su suegra, Patricia Grimaldi. No obstante, la joven pasaba a formar parte de la misma familia, pese a que al enlace no asistieron representantes de otras Casas Reales.

Puede que no a la realeza, pero la historia de amor entre el Príncipe de Mónaco y la actriz norteamericana sí conquistó los corazones de los ciudadanos europeos, que siguieron el enlace por la televisión. De ese matrimonio nacieron Carolina, Alberto y Estefanía y, al igual que en la boda de sus padres, la fotografía de los novios ha sido la imagen más buscada hasta el día de hoy. 

Carolina ha intentado en tres ocasiones encarnar la figura de su madre, la de una elegante novia viviendo un cuento de hadas, pero en ninguna lo ha conseguido. La primogénita se casó la primera vez de blanco, pero las otras dos tan solo por lo civil y además embarazada. 

La princesa se enamoró de Philippe Junot, pero los padres de la novia no estaban tan felices como ella, teniendo en cuenta los antecedentes del pretendiente. Sin embargo, en 1978 y enfundada en un diseño de Dior, Carolina partió su melena por la mitad en un moño bajo y dio el "sí, quiero" a un hombre 16 años mayor que ella. 

El matrimonio no duró más de dos años y Carolina volvió a buscar el amor en el 1983 con el italiano Stefano Casiraghi . Un traje de cóctel y una cinta en la melena fueron sus elecciones para el enlace con el que sería el padre de sus tres primeros hijos.

La felicidad les duró poco a causa de un trágico accidente. Muchos años después de perder al amor de su vida, Carolina se volvió a casar en su 42 cumpleaños con uno de sus mejores amigos, el príncipe Ernesto de Hannover. Vestida con un traje de chaqueta, que no estrenó para la ocasión, la novia sonreía felizmente. No obstante, a la tercera tampoco fue la vencida.

La pequeña de los Rainiero, Estefanía, tampoco ha tenido suerte en el amor. La polémica le ha perseguido en sus dos bodas. La primera, con su guardaespaldas Daniel Ducruet, en la que lució un corto vestido blanco y un discreto collar de perlas. La historia no acabó bien y volvió a intentarlo en el 2003 con el acróbata portugués Adans Lopez Peres. Sin embargo, el matrimonio, del que no hay imágenes, no funcionó.

La boda de Alberto, el heredero, ha sido la boda estrella del Principado. O al menos eso intentaron, aunque la magia entre Alberto y Charlene Wittstock ni se acercó a la de Rainiero y Grace. En esta ocasión, el resto de las casas reales no se perdieron la ceremonia, sin embargo, la novia no pudo brillar con la luz propia en un cuento de hadas, ni siquiera con la ayuda de su fantástico Armani.

El siguiente enlace de la casa monegasca llegó con la boda civil del hijo mayor de Carolina, Andrea Casiraghi, con Tatiana Santo Domingo. La pareja convivía desde hacía 8 años y tenían un hijo, pero en el 2013 decidieron darse el "sí, quiero". Las noticias del enlace llegaron gracias a las imágenes que las invitadas colgaron en las redes sociales y por la distribuida por la casa real en la que Tatiana lucía un fantástico Missonni.

Meses más tarde, la pareja también tuvo su ceremonia religiosa. La boda fue privada y los fotógrafos no pudieron acceder, sin embargo, sí que se pudo ver a una Tatiana cubierta por una capa y un Valentino. Ese día, la novia lució la tiara Fringe de Carolina, regalo de su abuela, que nunca quiso ceder a Grace. Una boda cargada de lujo en la estación de Gstaad. 

El último enlace de la Casa Real de Mónaco ha llegado con el pequeño de los tres hijos de Carolina y Stefano Casiraghi: Pierre. La periodista italiana Beatrice Borromeo ha sido la digna sucesora del testigo de Grace: el cuento de hadas vuelve a tener dueña junto a un Valentino rosa pastel de mangas tres cuartos confeccionado en suaves capas de chiffón de seda y delicados detalles con encaje de color blanco y dorado.

Sin embargo, este Valentino no fue el único que eligió Borromeo: Un original vestido de cuello halter con escote trasero en la espalda fue su elección para la noche. Un diseño que la casa italiana mostró en su desfile de presentación de la colección Primavera/Verano que, originalmente, tenía un escote en uve transparente. 

Ahora solo queda por saber si Carlota se animará y celebrará su boda al igual que sus hermanos.