Los coches eléctricos, ¿un problema para la red de suministro en el futuro?
Juan Luis Soto
Todos los indicadores apuntan a que el crecimiento de las ventas de coches eléctricos van a crecer exponencialmente durante la próxima década. Las ventajas de este tipo de vehículos son claras, reducir las emisiones contaminantes en las regiones más pobladas e independizar el transporte de las energías fósiles que se irán encareciendo. ¿Pero qué ocurrirá cuando cientos de miles de automóviles se conecten simultáneamente a la red para recargar sus baterías? | España tendrá 50 puntos de una red de carga ultrarrápida.
Las empresas eléctricas europeas ya están estudiando los problemas que podría generar esta situación. Lo que se presenta como una nueva oportunidad de negocio no deja de plantear ciertos interrogantes en el sentido de garantizar un correcto suministro ante el considerable aumento de la demanda.
Se calcula que en el año 2030 circularían por el viejo continente más de 20 millones de coches eléctricos. El impacto que generarán sobre la red podrá alcanzar en un futuro alrededor de un 5% de la demanda general de electricidad, sobre todo durante las horas nocturnas cuando los automovilistas aprovechen para cargar sus baterías.
Energía reversible
Ante esta nueva demanda, las compañías eléctricas ya comienzan a estudiar cómo reforzar el suministro en estos casos, mediante grandes acumuladores que almacenen la energía necesaria para los picos de la demanda. Recordemos los problemas habituales en la red surgidos cuando fluctúa de manera excepcional y se roza el límite de capacidad de suministro, por ejemplo, en los días de mayor rigor invernal o cuando sube espectacularmente la demanda durante el verano a causa del uso generalizado del aire acondicionado.
La solución podría ser que en los postes y centros de recarga posean sus propias baterías de almacenamiento para aprovechar al máximo la energía. E incluso que las propias baterías de los automóviles sirvan de almacenes que puedan derivar cuando no se necesite su electricidad acumulada al servicio doméstico o a la propia red general de suministro.
En Japón ya funcionan sistemas reversibles de este tipo, promovidos entre otros por Nissan y el grupo Enel, en los cuales la electricidad disponible para una unidad familiar puede utilizarse indistintamente para el transporte como para los electrodomésticos e iluminación del hogar. Esta gestión energética pasa también por la producción particular de energía eléctrica mediante células dispuestas en los domicilios que ayuden a mantener y reponer los niveles de almacenamiento de electricidad.