Motor

París-Rouen 1894: así fue la primera carrera de coches de la historia

    Portada del número de <i>Petit Journal</i> que convocaba la carrera


    En la edición del 19 de diciembre de 1893 del diario parisino Le Petit Journal, el periodista Pierre Giffard convoca una prueba insólita a celebrarse entre el 19 y 24 de julio de 1894 que quedaría para siempre en los anales de la historia del automovilismo.

    Apenas una década después de que el primer automóvil recorriera sus primeros metros, ya surge la inquietud de batirse sobre estos "coches sin caballos" como son llamados en este concurso que desafiaba a los temerarios pilotos a completar el recorrido desde la capital de Francia hasta la ciudad de Rouen. En total eran 126 kilómetros, eso sí, con unas paradas programadas incluida la de la localidad de Mantes-la-Jolie para que los caballeros (no hubo ninguna dama en carrera) pudieran desayunar convenientemente.

    Aunque pudiera pensarse que por ser la primera competición carecía de reglamento, la París-Rouen se propuso con unas premisas muy parecidas a las que se utilizan en los rallies de nuestro tiempo. Se avisaba de que no era una competición a lo loco, sino una prueba por eliminación y en la que se ganaba sumando los mejores tiempos en los tramos establecidos.

    Los coches salían numerados y en algunas etapas de uno en uno y los jurados repartidos por todo el recorrido eran los encargados del preciso cronometraje. Además, en cada coche (que debía ser de dos plazas como mínimo) viajaba un comisario asignado por Le Petit Journal, que al final de la carrera debía valorar la actuación del equipo con una calificación sobre 20, siendo eliminados los equipos que consiguieran menos de 16.

    Tecnologías avanzadas

    La meticulosidad de la organización llevó incluso a la utilización de "ouvreurs" a modo de reconocimientos previos de los tramos como en los actuales rallies, pero en aquella ocasión confiados a ciclistas voluntarios encargados de alertar de la llegada de los "coches sin caballos".

    La convocatoria tuvo inicialmente una entusiasta respuesta y al periódico galo llegaron nada menos que 102 peticiones de inscripción. Pero a la hora de la verdad, solamente se presentaron 32 equipos. Un detalle que nos parece ahora de gran actualidad es que se admitía cualquier tipo de "vehículo automotriz" independientemente de la tecnología utilizada, ya fuesen de vapor, eléctricos, de gas, petróleo, neumáticos, híbridos, etc. Incluso se inscribió algún vehículo que funcionaba utilizando el propio peso de los ocupantes, sistema de propulsión denominado bariciclo. Además, la inscripción precisaba que los coches podrían ser de cualquier país, dando de esa manera internacionalidad al certamen. El hecho es que todos los coches eran en su mayor parte franceses con la participación de un menor grupo de vehículos alemanes.

    La competición

    El certamen comenzó con un día de exhibición de los vehículos en Neuilly, auténticas atracciones en esos albores del automovilismo, en el cual se premiaron los mejores coches atendiendo a su seguridad, comodidad y precio competitivo. Ganaron un Panhard&Levassor empatado con un Peugeot.

    Siguieron tres días en los que se disputaron cinco pruebas especiales clasificatorias por los alrededores de París, sobre una distancia de 50 kilómetros cada una de ellas. Finalmente, en la línea de salida de Porte Maillot se alinearon 21 automóviles dispuestos a protagonizar hasta Rouen la que sería primera carrera de este nuevo y revolucionario modo de transporte.

    Los participantes, a pesar de la compostura que debían mantener los "gentlemen" en las competiciones, se lo tomaron bastante en serio. Los coches fueron preparados y aligerados para la ocasión, para lo cual fueron desprovistos de estribos, mantas, guardabarros y cojines habituales para aportar mayor comodidad a sus ocupantes.

    Ruedas de madera

    Eran automóviles de chasis muy parecidos al de los coches de caballos, que se guiaban ya fuera con un volante, un manillar o sencillamente con una palanca que actuaba sobre la dirección. Los espectadores, al principio muy curiosos, se apiñaron en las cunetas, pero se empezaron a alarmar cuando vieron llegar cada 30 segundos, el margen de salida, a esas ruidosas, en ocasiones humeantes y, sobre todo, rápidas máquinas. No tardaría en levantarse una corriente social en contra de las máquinas infernales por su peligrosidad y porque asustaban a los caballos, produciéndose así los primeros accidentes provocados por los automóviles. También se registraron algunas incidencias como roturas de ruedas, que eran de madera, debidas a las "infames carreteras" como definirían en la prensa de la época aquellas pistas de tierra apisonada sin asfaltar.

    Finalmente, la clasificación fue establecida por el jurado, quedando en primera posición empatados los equipos Panhard & Levassor y los hijos de Peugeot Hermanos, recibiendo 5.000 francos de premio. A continuación, se clasificarían los equipos De Dion Bouton y Cia, Maurice Le Blant, M. Vacheron/M. LeBrun y M. Roger.




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