Motor

Aquellos objetos (indispensables) del pasado de nuestros coches



    El mundo del automóvil tiene cientos de esos objetos, otrora indispensables en nuestros coches setenteros y ochenteros, y que de repente pasaron, justo, a la historia. Aquí "resucitamos" unos cuantos.

    En los libros de historia nos suelen aburrir con millones de datos de guerras, reyes y conquistas... Esa es la historia 'oficial'. Pero la historia 'real' es la de nuestro día a día, esos pequeños objetos que, de repente, salen de nuestra vida y de nuestra memoria para perderse en el infinito... hasta que se ponen de moda nuevamente, aunque ahora en categoría vintage. Repasamos algunos de los más característicos del pasado de mundo del automóvil:

    El pino ambientador

    La peste que echaba ese gasolinero complemento tardaba horas en irse de nuestras fosas nasales. Nuestros padres estaban empeñados en que un mal olor se iba con otro peor. Eso sí, hay tenías al pino (con forma de abeto) colgando del espejo retrovisor, en primera fila.

    Bebé a bordo

    Esas pegatinas en forma de señal de peligro (triángulo con marco rojo o rombo amarillo) en el que se alertaba de la presencia de un bebé a bordo, incluso cuando dicho bebé ya había crecido y usaba el mismo coche paterno para recorrer la ruta del bakalao.

    El radiocasete extraíble

    Antes de la música digital, los aparatos de sonido se manejaban con los brazos. Salías por la noche, aparcabas y entrabas en la discoteca de turno todo chulo con tu radiocassette bajo el brazo, que los chorizos no entienden de años setenta u ochenta. Eso sí, cuando la tecnología avanzó y nacieron los radiocassettes con carátula extraíble, nuestra imagen a la hora de salir a ligar ganó muchos enteros también.

    Los expositores de casetes

    No había gasolinera que no se preciara de su flamante expositor de casetes para nuestros coches, en los que destacaban los grandes éxitos de Arévalo, de Julio Iglesias o de Nino Bravo. Cuando en la carátula ponía "Grabación original" bien sabías ya que esa cinta era más falsa que los Sirex cantando las canciones de los Beatles.

    La corre antiestática

    En nuestra infancia, los coches llevaban una especie de 'rabo' en forma de una cinta o correa de plástico en continuo contacto con el suelo, para descargar al coche de la electricidad estática. Pues no sabemos si serían eficaces o no, pero el hecho es ¿a quién no le da de vez en cuando una pequeña descarga eléctrica al tocar la puerta de su coche?

    La sempiterna Penélope

    No había coche cool de los años setenta que no contara con la indispensable pegatina con la cara de una chica de pelo largo tocada con un enorme sombrero. Si no ibas a Penélope, no eras nadie. O, al menos, aunque no fueras, tenías que llevar la pegatina de la famosa discoteca en tu flamante buga.

    Todos los coches son turbo

    Cuando llegaron los primeros motores turbo, casi nos volvemos locos. El orgulloso poseedor de tan moderno propulsor solía adornar la luna trasera de su coche con una enorme pegatina que así lo atestiguaba. El problema es que los que seguían montando motores de los de toda la vida también lucían la pegatina de marras. Y qué decir de los graciosos que cambiaban las letras y lucían orgullosos su pegatina de BRUTO en lugar de TURBO...

    El perrito que mueve la cabeza

    Clásico entre los clásicos. No había bandeja trasera de vehículo rodante que no sirviera de hogar a un perrito de plástico cuya cabeza se bamboleaba al son de los firmes tan poco firmes de nuestras carreteras. Eso sí, los había de todas las razas.

    El pomo para girar el volante a una mano

    A mí me hubiera dado miedo llevarlo por si me lo clavaba en el pecho tras un frenazo, pero fueron miles los conductores que vieron necesario instalar un pequeño pomo en el volante para no tener que utilizar las dos manos en los grandes giros. Si es que la ciencia adelanta...

    Los pomos transparentes de la palanca de cambios

    Los artistas del diseño setentero utilizaron sus mejores neuronas para rizar el rizo en lo que se refería al pomo de la palanca de cambios. El más clásico era el transparente con motivos playeros en su interior. Se rumorea que dentro de alguno de estos pomos se llegó a encontrar ADN de dinosaurios...

    El respaldo de bolitas de madera

    No, no era exclusivo de los taxistas. Esos respaldos ergonómicos donde los haya, formados por cientos de bolitas de madera causaron auténtico furor hasta no hace tanto tiempo. A falta de masaje profesional, qué bien te quedaba la espalda al deslizarse sobre tanta bolita junta...

    El retrovisor adhesivo para los ángulos muertos

    Otro clásico. Esos pequeños espejos de plástico que pegábamos en los retrovisores y que nos servían para tener bien cubierto el famoso y letal ángulo muerto. Eso sí, mientras no lloviese, claro?

    El volante de leopardo

    ¿Quién no le ha puesto alguna vez una peluda y frondosa funda a nuestro volante? Aunque la estrella era sin duda la de piel de leopardo, por allí pasaron todas las pieles de animales posibles.

    El Elvis bailón

    Todavía es posible ver en algún que otro coche el Elvis que, orgulloso desde el salpicadero, nos obsequiaba con su mítico movimiento de 'pelvis', solo que en versión plástico barato. En este país, tan orgullosos de lo nuestro, no tardó en hacer aparición la versión 'Fary' de dicho invento. Qué bonitas son las tradiciones.

    Dados gigantes

    No me pregunten la razón, pero de repente fueron legión los retrovisores delanteros de nuestro parque automovilístico de los que 'aparecieron' colgando unos grandes dados, generalmente de peluche. ¿Tema para Iker Jiménez?

    Parasoles

    Y, claro, en este país en el que el sol es rey, no podían faltar aquellos parasoles de fantásticos diseños que presidían nuestras lunas delanteras para evitar que el interior del coche se convirtiese en un infierno.




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