Motor

¿Intercambio de papeles? China fabricará coches en Europa

    Planta de Great Wall en la ciudad búlgara de Bahovitsa | Reuters


    Factores como la globalización o el ascenso de nuevas potencias económicas están empezando a transformar el sector de la automoción a nivel mundial. Atrás quedaron los días en que los fabricantes de coches deslocalizaban su producción en plantas abiertas en China, donde la mano de obra era más barata y los costes mucho menores; ahora, es el gigante asiático quien deriva su industria a fábricas propias abiertas en Europa.

    El pionero en esta estrategia ha sido el fabricante Great Wall (Gran Muralla, en español), que ha abierto su primera planta de producción en la ciudad de Bahovitsa, Bulgaria, donde los salarios, y los impuestos, son sustancialmente más bajos que la media europea.

    Esta empresa china se ha aliado con la firma local Litex para empezar a operar desde el primer eslabón de la cadena de producción en Europa. La joint-venture es una estrategia que conocen bien en la industria automovilística de este país, pues la misma que solían implementar los fabricantes europeos cuando querían llevar su producción a China.

    En este sentido, Bulgaria es un país muy atractivo para las empresas que importan su producción en Europa. Se trata del país más pobre de la Unión Europea, lo que conlleva que su mano de obra sea una de las más baratas del continente y que sus impuestos sean casi irrisorios para quienes llegan con un poder económico muy superior al local.

    El primer paso en un largo camino

    Pero la apertura de esta planta búlgara no es sino uno de los muchos pasos que aspira a dar Great Wall y tras ella, cabe presumir, otras empresas de su corte. "Avanzar en el mercado europeo es nuestro objetivo", reconoce su propio consejero delegado, Wang Fengying, en declaraciones recogidas por el diario alemán Spiegel. En esta estrategia, la conquista del mercado occidental por parte de fabricantes japoneses, como Toyota, Honda o Nissan, puede ser una referencia a ser tenida muy en cuenta.

    Este acercamiento a Europa de fabricantes chinos supone, por un lado, una amenaza a la cuota de mercado de los productores locales. Pero, por otro, también es una oportunidad de crear empleo y riqueza en una Europa a la que la crisis económica está privando del crecimiento económico del que había disfrutado años atrás. Por ejemplo, la entrada de Great Wall en esta planta búlgara aumentará el número de puestos de trabajo en casi un 2.000%, hasta los 1.200 empleados.

    Lo que demuestra el caso de Great Wall, aunque todavía a un nivel muy incipiente, es que el estatus y el poder en las relaciones comerciales de Europa disminuye conforme surgen las nuevas potencias económicas. Esto, sin embargo, constituye una paradoja en la que unos -los chinos, en este caso- se aprovechan del prestigio del que gozan los otros -europeos- y éstos de la inversión procedente de la emergente industria de aquéllos.




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