Motor

Gastronomía a lomos del Ferrari

    Absidi y Torre Ghirlandina de Módena. <i>Foto: Bruno Marchetti Archivio del archivo de Módena. </i>


    Emilia Romanga, en el norte de Italia, es una de las joyas menos conocidas del país. Cuna de las grandes casas de Fórmula 1 y multinacionales, la región esconde una comida inigualable.

    Amarcord, que significa me acuerdo en el dialecto propio de Emilia Romanga (Italia), es la película con la que el genial Federico Fellini (director de la Dolce Vita) homenajeó a su tierra natal Rimini, situada en la región costera de Romanga. La apariencia inicial de película costumbrista italiana ofrece una visión histórica y transversal de una zona que se ha caracterizado por mezclar tres elementos: el espíritu empresarial, los motores y la comida.

    Tres actividades que la han convertido en la región más rica de Italia -tiene un paro de apenas el 3,4% y un PIB per cápita de 32.000 euros, por encima de la media de 25.000 euros de la UE- y que no sólo esconde grandes multinacionales como Parmalat o Panini, sino que abre las puertas de todo un mundo de sensaciones gastronómicas, amplios paisajes, arte, arquitectura y la velocidad de la mano de Ferrari, Ducati y Lamborgini ( ver www.emiliaromagnaturismo.it ).

    Bolonia

    La Roja, apodo con el que es conocida Bolonia por su tradición de izquierdas (desde la Segunda Guerra Mundial sólo han gobernado partidos de izquierdas en la región y es un lugar de referencia del Partido Comunista Italiano), se ha convertido en un punto de partida para recorrer todos los rincones de Emilia Romanga y de la Península Itálica.

    La ciudad posee un aeropuerto internacional al que viajan regularmente Iberia y Ryanair y una red de trenes de alta velocidad que unen la ciudad de la salsa boloñesa con Florencia en 30 minutos, Milán en una hora y Roma en poco más de dos horas.

    Una red de comunicación que ha ayudado a incrementar un 30% el turismo español en la zona situándolo en segundo lugar por detrás de Alemania. Un pueblo al que será difícil superar ya que los alemanes tienen tomada la ciudad costera de Riccione, una zona de turismo con gran actividad.

    La ciencia en la cocina y el arte de comer

    "Cuando se escucha hablar de la cocina emiliano-romañola, hay que hacer una reverencia". Pellegrino Artusi resumió con estas palabras la importancia y la calidad de la comida en esta región de Italia donde la vida en las cocinas y en las familias gira entorno a la preparación de la masa con la que se cocina la pasta y los panes que luego se acompañan del mejor queso, salsas y fiambres. No en vano es una de las zonas donde mejor se come de toda Italia.

    El tour de los sabores se puede empezar en La Grossa o La Gorda, nombre con el que también se conoce Bolonia por su rica tradición culinaria. La fama gastronómica de la ciudad viene de la Edad Media, uno de los momentos históricos más prósperos de la ciudad. En esa época fue cuando se inauguró la primera universidad de Occidente, en 1088, y cuando comenzó una pugna entre los nobles de la zona para demostrar cuál de las familias era la más rica y poderosa.

    La fortaleza se demostraba a través de la construcción de torres cada vez más altas que pronto brotaron por toda la ciudad hasta llegar a las 200. Hoy en día apenas quedan 60 y las dos más importantes son la torre Garisenda de 46 metros y la Asinelli de 97 metros.

    La mortadela de Bolonia, que tiene su propio festival celebrado todos los octubres en Zola Pedrosa, los tagliatelle con la tradicional salsa boloñesa, el queso grana padano y la trufa blanca de Savigno (un trocito de la cocina de la región en España se puede encontrar en www.accademiadelgusto.es) encuentran una fuerte competencia en Módena, una de las ciudades más famosas por su rica y variada gastronomía y por la velocidad sobre cuatro ruedas cuyo gran exponente es la Galeria Ferrari en Maranello y por su belleza histórica (en 1997 fue declara Patimonio de la Humanidad de la Unesco).


    El vinagre balsámico de Módena, el queso parmesano, el jamón dulce, y el Lambrusco van de la mano de la larga experiencia de la ciudad en el mundo del motor para preparar una oferta turística diferente. A través del club Motorsite, la ciudad, que en junio de 2011 inaugura el circuito de carreras de Módena, ha preparado junto a Imola un tour con coche de época y últimos modelos en el que se combina la buena comida y el arte.

    Imola es la cuna de la Fórmula 1 en Italia. Su circuito es uno de los más antiguos y las primeras carreras que se celebraron en la ciudad sobre cuatro ruedas se hicieron parte en las calles de la ciudad y parte en el circuito. Además de la oferta de motor, Imola apuesta por el turismo verde y el rural. Posee rutas en bicicleta y centros termales donde relajarse. Esta colorida ciudad es conocida también por un festival artístico bienal. Siguiendo la tradición itliana, los artistas se reúnen en las calles de Imola y dibujan en los muros de las casas y edificios sus cuadros o realizan esculturas en las calles.

    La 'felsinea' noctámbula

    Una vez cae la noche en Bolonia se erige como la gran ciudad de la fiesta y la música. Tomada por los estudiantes universitarios de todo el mundo gracias a su histórica universidad, felsinea o La Docta ofrece ocasiones para pasar una noche única entre conciertos, espectáculos y cine de autor (www.cittadarte.emilia-romagna.it).

    A su vez, la ciudad también permite descubrirla subterráneamente en lancha recorriendo los canales que la cruzan y que marcaban su fisionomía.

    Foto de alimentos de Elis Colombini. Archivo propiedad de Módena.




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