El Isetta antes de BMW: el minúsculo e ingenioso coche italiano de posguerra
Aunque lo popularizó BMW, el Isetta en realidad tiene sangre italiana. Su pequeño motor de motocicleta y su reducido precio fueron las claves de su triunfo allá por los años 50.
Terminada la II Guerra Mundial tocaba adaptarse a los tiempos que corrían. A principios de los años 50 la economía estaba maltrecha y, ni los fabricantes de automóviles tenían muchos recursos, ni los posibles compradores eran suficientemente solventes. Así que había que replantearse el negocio para dar respuesta a la gran masa de automovilistas que necesitaban un medio para desplazarse, pero que fuera lo más barato posible.
En este momento nacen los microcoches, entre los que destaca el simpático Isetta. Un modelo muy conocido, que, aunque muchos piensan que fue un invento alemán, en realidad nació en Italia. Su diseño pertenece a Ermenegildo Preti y su fabricación, a la firma Iso. Pequeño hasta decir basta, este coche de apenas 2,3 metros que hace grande incluso a un Smart actual, cuenta con una serie de ingeniosas soluciones para abaratar costes y simplificar al máximo la idea del automóvil.
Ligero y discreto en prestaciones
Lo que más llama la atención es su carrocería ovoide, muy aerodinámica, en la que sólo hay una puerta de acceso situada en la parte delantera. Todo el frontal se abre ante el conductor para dar acceso al interior, en el que se esconde una banqueta corrida capaz de dar cabida a dos adultos. Los elementos superfluos desaparecen, y sólo lo esencial (volante, pedales, palanca de cambios, freno de mano y una bolsa a modo de guantera) permanece. No es que no haya lugar suficiente para otros lujos, que también, sino que el Isetta además de barato, debe ser ligero para que funcione.
No hay que olvidar que sus 330 kilogramos, más el peso del conductor y acompañante, se mueven gracias a un pequeño motor monocilíndrico de scooter, de 236 cc y 9,5 CV. Evidentemente, las prestaciones no son su fuerte, pero no creemos que fuera diseñado con estas pretensiones. El Isetta debía servir para realizar desplazamientos cortos cuidando el bolsillo de los usuarios, y en este sentido, no se le pueden poner pegas. Poco importa que necesite medio minuto para acelerar de 0 a 50 km/h o que alcance una punta de 75 km/h, mientras los ocupantes lleguen a su destino felizmente habiendo gastado por el camino unos austeros 3,5 litros cada 100 kilómetros.
La fama, con BMW
El Iso Isseta, poco a poco, se fue convirtiendo en un modelo con cierto éxito. Tanto fue así, que la marca decidió conceder licencias a otras empresas para su fabricación. Entre ellas figura BMW, que fue la que realmente hizo conocido a este modelo, ya que de sus cadenas de montaje salió más del 80% del total de unidades fabricadas.
La firma alemana necesitaba en aquellos años un coche de estas características porque sus costosos deportivos no encajaban con la demanda del momento, así que recibió al Isetta con los brazos abiertos y, tras hacerle un pequeño restyling, le cambió el motor. Este propulsor, heredado de una moto de BMW, era un monocilíndrico de cuatro tiempos, con 250 y 300 cc según versiones y con una potencia que llegaba a alcanzar los 13 CV. La transmisión de cuatro velocidades también se sustituyó por una nueva. Todo esto elevó la velocidad punta hasta los 85 km/h, una cifra más que suficiente.
Gracias a su precio de 2.550 marcos, más cercano al de una moto que al de un coche, el BMW Isseta triunfó durante sus primeros años de vida. Se mantuvo en producción entre los los años 1955 y 1962, pero lo cierto es que antes de finalizar la década de los 50 su éxito empezó a decaer. La economía empezaba de nuevo a florecer y los clientes, ahora más pudientes, empezaban a demandar vehículos más capaces y polivalentes.