Motor clásico

Hispano Suiza T45: un clásico con nombre de rey



    El Rey de España, Alfonso XIII, mostró tal entusiasmo al ver el nuevo modelo de Hispano Suiza que se ofreció, gustosamente, a cederle su nombre. Los Hispano Suiza se caracterizaban por su rigidez y la fiabilidad de su mecánica, que por supuesto reportaba unas buenas prestaciones. Se decía de ellos que iban adelantados a su época. Desde sus comienzos, en 1904, la marca se había ganado algunos clientes incondicionales

    Entre estos se encontraba Francisco Abadal, un deportista amante de la aventura y los automóviles que no escatimó ni en recursos ni en imaginación, a la hora de promocionar los Hispano Suiza, su empeño le llevó a idear una "trampa" con el fin de "presentar" estos coches al mismísimo rey Alfonso XIII.

    Cuenta la historia que un día de abril de 1905, el joven monarca visitaría el castillo de Sagunto en Valencia. Abadal, conocedor de este viaje condujo un T20 hasta la empinada cuesta que lleva al castillo, allí esperó al rey y a su séquito, dejando patente su presencia permitió que siguieran su camino hacia la subida y les dio unos minutos de ventaja antes de ponerse en marcha. Ante la sorprendida mirada de D. Alfonso y compañía adelantó el T20 a la regia comitiva, veloz y ágil. Abadal esperó en la cima como si viniera de dar un paseo, su estrategia había dado resultado. Una imagen vale más que mil palabras y no hizo falta más labor comercial para convencer al monarca de las cualidades de los modelos de la marca española. Así se convertía Alfonso XIII, en otro incondicional cliente y probador de los modelos de Hispano Suiza. En febrero de 1906 le fue entregado un T20, el primero de treinta que tuvo en propiedad el rey hasta la llegada de la guerra civil española.

    Años más tarde, en abril de 1911, Hispano Suiza inauguraba sus nuevas instalaciones cerca de París, en Levallois Perret. La operatividad de la fábrica fue inmediata y tan sólo unos meses después, en julio, salía de allí el primer chasis del nuevo modelo, el T45. Por aquel entonces la dirección técnica de la fábrica estaba a cargo del ingeniero Mark Birkigt, el socio suizo de la compañía y al que se le atribuyen los diseños de los modelos de la marca en aquellos primeros años, amén de otros ingenios mecánicos. Como ya era costumbre en Hispano Suiza, cada vez que sacaba un nuevo modelo, uno de los primeros en probarlo era su más insigne cliente, el Rey Alfonso XIII. En aquella ocasión mostró gran interés por comprar la versión de calle de un modelo preparado para la competición que le había entusiasmado, gustaba de vehículos veloces y a su vez de mantener en jaque a su escolta, quienes se las veían y deseaban para darle alcance en sus viajes. Su sueño fue cumplido y unos meses después Alfonso XIII se convertía en uno de los primeros propietarios de un T45, un modelo al que cedió su nombre y que fuera de nuestras fronteras es conocido como Hispano Alfonso.

    En Junio de 1912 el rey, aficionado a las carreras, acudía a la Subida de Guadarrama, en Madrid, con su nuevo vehículo, el Alfonso XIII, un biplaza blanco de espectacular carrocería, con grandes faros delanteros y ruedas metálicas con radios.

    500 unidades y varias modificaciones

    La producción del Alfonso XIII se llevó a cabo entre los años 1910 y 1914, se estima que pudieron venderse unas 500 unidades aunque se desconoce la cifra exacta, hoy en día es uno de los clásicos más buscados por los coleccionistas. Al comenzar la I Guerra Mundial Hispano Suiza cesa casi por completo la producción de automóviles para dedicarse al desarrollo de motores de aviación y naútica, un lucrativo negocio para la empresa que le reportó grandes beneficios gracias a la neutralidad española en el conflicto.

    Durante los años que duró la producción, sufrió distintas modificaciones y mejoras. El motor era de cuatro cilindros monobloque con culata en T y daba 40 CV de potencia a 1.500 r.p.m. Estaba situado en posición central hacia atrás, lo que mejoraba la estabilidad gracias al óptimo reparto de pesos. Las primeras unidades tenían una capacidad de 3.418 c.c. y poco después ésta fue ampliada a 3.619 c.c. El T45 había sido concebido para llevar dos pasajeros, piloto y copiloto, el chasis se podía adquirir con una distancia entre ejes de 2,4 m. o 2,6 m., pero ante la demanda de la clientela ésta se amplió hasta los tres metros con el fin de poder transportar cómodamente a cuatro personas, su confort era comparado con el de un Rolls Royce.

    Un chasis más largo supuso un aumento peso en el mismo de 50 kg frente al modelo corto, que oscilaba entre los 600 y 750 kg, la consecuencia inmediata fue una pérdida considerable de velocidad punta, de 120 km/h a100. En 1913 sufre una nueva mejora que consistió en modificar, entre otras cosas, la caja de cambios, pasando a tener cuatro velocidades en lugar de tres como hasta entonces. Ya en ese año Hispano Suiza había alcanzado gran prestigio a nivel mundial y eufórica con el desarrollo de nuevos proyectos, presentó su renovada gama y motores. De ahí surgió el denominado T26 o 20/26, un derivado del T45 con 4.580 c.c. y 64 CV de potencia que estuvo a la venta durante 1915 y 1916.

    Su precio no era apto para cualquier bolsillo, las 11.500 Ptas de la versión corta o las 12.500 para la larga que costaba, aclaremos que, sin neumáticos, lo convirtió en un vehículo exclusivo de la aristocracia y personajes de éxito del mundo de las finanzas. Aun así su producción fue mucho más allá de las previsiones originales y el T45 o Alfonso XIII fue uno de los vehículos más demandados de aquella época. Ser el primer deportivo de calle, construido como tal, le dio fama y prestigio, llevar el nombre de un rey le otorgó clase y pedigrí.




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