Las claves del Red Bull: así se construye un monoplaza mágico
Exhibición tras exhibición, Red Bull sigue dejando con la boca abierta a la Fórmula 1. Mientras que en las escuderías rivales (como en el caso de Ferrari) luchan contra el crono para acercarse a sus tiempos, el padre de los monoplazas Adrian Newey sigue trabajando en perfeccionar sus criaturas. Así se construye un monoplaza mágico.
Comentarios y detalles técnicos aparte (son muchos y en algunos casos muy complejos), el secreto de este super-bólido se basa en la conjunción de un gran número de elementos que lo hacen más rápido que el resto.
Esto es, al contrario que el Conducto F de McLaren en 2010 o del doble difusor de Brawn en 2009, no existe en este Red Bull un único elemento que proporcione una ventaja superior a la del resto de sus competidores.
Por eso es tan difícil copiar su diseño, porque la suya es una conjunción armónica de piezas que sólo un genio como Newey es capaz de crear.
De ahí su sueldo. Este maestro de la Fórmula 1 cobra casi siete millones limpios por temporada, sueldo casi igual que el de sus pilotos.
Suspensión mágica y aerodinámica secreta
En el caso del coche de esta temporada, sus secretos (al menos los que circulan por el paddock) son dos, según informa el Diario Marca
La suspensión pull roll. Es un mecanismo de suspensión invertida que tira de ella y no la empuja contra el asfalto. No tiene diferencias con respecto a la tradicional, pero sí que es más ligera, lo que permite efectuar modificaciones en otras partes del vehículo hasta hacer de su suspensión trasera una obra maestra.
La aerodinámica interna. Se refiere a aquellos elementos que hacen que el coche tenga una menor resistencia al aire y que no se ven, esto es, "se encuentran entre el motor, el cambio, la arquitectura y la zaga", según Toni Cuquerella, responsable técnico de Hispania.
Mando supremo en una 'organización 10'
A estos factores de insipiración hay que añadir una estructura creada para el capricho de Newey. Él es Red Bull. Su palabra es ley.
De ahí que le haya dado un presupuesto cercano a los 300 millones de euros para satisfacer todas sus ideas. Su equipo también es excelente: los mejores mecánicos trabajan a destajo para él. También cobran los mejores sueldos: 70.000 euros al año.
Con problemas en lluvia
En su diseño un solo 'pero': su funcionamiento en lluvia. Con agua, el Red Bull baja mucho de rendimiento hasta convertirse en un monoplaza mediocre. Riesgo que la escudería asume a tenor de que la mayoría de carreras se desarrollan en seco.
Su ventaja en ellas es tan grande (casi un segundo por vuelta en calificación, algo más de medio segundo en carrera) que puede permitirse el lujo de fallar en las escasas carreras en las que el resultado depende más de los caprichos de la meteorología, que de las de el nuevo dios de la Fórmula 1: Adrian Newey.