Dodge Journey vs Mitsubishi Grandis: los reyes de la versatilidad
Representantes del llamado segmento crossover, el Dodge Journey y el Mitsubishi Grandis comparten motor, versatilidad, número de asientos y otros aspectos de interés para el cliente en el que prima, sobre todo, el uso familiar.
Dodge continúa su expansión europea con el Journey, un monovolumen de apariencia SUV que en Estados Unidos, su país de origen, también se comercializa con tracción 4x4, si bien a Europa sólo llega con impulsión delantera. No sustituye al Chrysler Voyager, pero ocupa su espacio ahora que sólo se comercializa el nuevo Grand Voyager. Ofrece siete plazas configuradas en tres filas, la última prevista para niños o chavales por espacio y acceso. Salvo las delanteras, todas las butacas son abatibles con facilidad, dejando un piso de carga plano y diáfano para acometer una pequeña mudanza. Y no faltan un sinfín de huecos en los que depositar objetos cotidianos, incluido un cofre extraíble para meter hielo y bebidas.
Bien acabado y mejor presentado, el Journey ofrece una calidad superior a la de otros Dodge -por ejemplo, el salpicadero monta plástico acolchado- y un puesto al volante tipo turismo en el que, eso sí, se echa en falta la regulación del volante en extensión -sólo admite la de altura-. Dinámicamente no va nada mal: es estable y confortable, suma suspensiones independientes y ESP de serie. También presume de una completa dotación de serie, sobre todo en los niveles SXT y R/T, que pese a todo pueden completarse con navegador con disco duro y equipo de entretenimiento con DVD y pantallas retráctiles.
Hoy por hoy, el Journey se vale del propulsor de origen Volkswagen 2.0 CRD de 140 CV. Ruidoso pero enérgico, se dota de inyección directa bomba inyector y lo mueve mejor de lo previsto -hasta viajando cargado- con un consumo coherente. De serie se conecta a un cambio manual de seis marchas, pero en opción puede hacerlo a la reputada caja motorizada DSG con las mismas velocidades.
La alternativa nipona
Más veterano pero aún vigente el Mitsubishi Grandis, a medio camino entre los monovolumen al uso y los grandes familiares, supone una clara alternativa al Journey. Primero porque su estándar de acabado, sin tirar la casa por la ventana, es superior, como su dinámica, más firme y predecible sin restar confort. Y, segundo, porque hasta en la versión más equipada Intense Plus, que no olvida el tapizado de cuero, la navegación o del DVD escamoteable, es más barato que su oponente americano.
El Grandis, que ofrece una destacable percepción visual de puertas hacia dentro y un puesto al volante similar -tampoco el volante se ajusta en extensión-, ofrece las siete plazas de su rival en la misma arquitectura 5+2. Como aquél, disfruta de suspensiones independientes pero frena mejor, balancea menos y muestra una dirección más rápida e incisiva. Es, en suma, algo más eficaz en lo dinámico.
El motor, que el año que viene dará paso a un turbodiésel de nueva factura 'made in Mitsubishi' de 1,8 litros y 150 CV -el del Dodge será reemplazado a medio plazo por un 2.2 de origen Mercedes-, ofrece un rendimiento y un consumo equiparables. Eso sí, en este caso el cambio automático no está disponible ni con sobreprecio, un lunar que algunos se verán obligados a valorar.