El parlamento o cómo perder el tiempo
El parlamento español es un canto a la perdida de tiempo día tras día. Y cuando digo parlamento no me refiero solo al parlamento nacional, sino también a los parlamentos regionales. Se ha instaurado la costumbre ahora de discutir sobre el “sexo de los ángeles” y “el tú más” y la inoperancia es profusa. No creo que ninguna empresa de este mundo y en pleno siglo XXI tuviera a un número de personas tan elevado y tan bien pagado dedicado únicamente a discutir y a salir con la cabeza caliente y los pies fríos de sus trabajos, sin haber tomado ninguna decisión de interés. Parecería más razonable que se creará y se hicieran propuestas imaginativas, en lugar de pensar solo en cómo refutar lo que dice la bancada de enfrente. Nuestros políticos cogerían algo de prestigio si en lugar de darnos el espectáculo que nos dan nos ofrecieran alternativas o fueran un paso por delante. Creo que habría que exigir algo más a nuestros parlamentarios y pedirles planteamientos amplios y generosos, al tiempo que inclinen su preocupación por las necesidades más importantes de los españoles en este momento.