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En el 11º aniversario de la muerte de Carmina recuperamos el álbum de su vida

  • La madre de Fran y Cayetano Rivera perdió la vida en la bañera de su casa

Informalia

23 de julio de 2004. La noticia de la repentina muerte de Carmina Ordóñez conmociona a España entera. La 'divina', como se le apodaba cariñosamente, había sido encontrada muerta en la bañera de su casa a primera hora de la mañana por su asistenta. Tenía 49 años y dejaba atrás una hermana (que nunca superó su muerte), tres hijos, una nieta y una huella imborrable en el corazón de todos los que la conocían.

Nacida en Madrid el 2 de mayo de 1955, fue la hija mayor del torero Antonio Ordóñez y Carmen Dominguín. Vivió, junto con su inseparable hermana Belén, una infancia de ensueño, entre Madrid y París, en avión (cuando no era nada habitual), y con una chispeante vida social que compartía con su amiga del alma, Lolita Flores.

Gran amante de Andalucía, se enamoró perdidamente del torero más guapo del momento, Paquirri. Se casaron el 16 de febrero de 1973 en la iglesia de San Francisco el Grande, cuando ella sólo tenía 17 años, ante más de 1500 invitados. Con él tuvo a sus dos primeros hijos, Fran y Cayetano. Se separaron en 1979 y su matrimonio, debido a su juventud, fue declarado nulo y ella rechazó cualquier ayuda económica del torero: "En mi casa me han enseñado que lo que se gana con los toros es para el que se pone delante de los cuernos". Además, fue en esta época cuando comenzó a popularizar su frase más característica: "A mí plin, soy Ordóñez Dominguín".

Años después, Carmina se enamoró de un romántico cantautor, Julián Contreras, y se casó por segunda vez en una ceremonia civil en Miami, el 30 de marzo de 1984, con un padrino de excepción: su hijo Fran. De esa unión nació su tercer y último hijo, Julián.

En 1990, Carmen, su marido y el menor de sus hijos se trasladaron a vivir en Marrakech, cuya cultura era una de sus pasiones, junto con la Virgen de la Esperanza de Triana, Sevilla y el Rocío.

Tras separarse de Julián en 1994, Carmen regresó a España y conoció al que sería su marido más polémico, Ernesto Neyra. Se dieron el "sí, quiero" el 7 de noviembre de 1997, en un cortijo cerca de Sevilla. Su relación estuvo manchada por las drogas, los excesos e incluso denuncias por malos tratos. Ella se sinceró una vez separada: "Siempre lo he negado porque tengo tres hijos, mi padre vivía y, como mujer, me parecía indigno convivir con una persona que me agredía. Le aguanté porque le quería, pero el día que mi hijo Julián, con 12 años, se tiró a su espalda y le gritó '¡No mates a mi madre!' decidí que eso no podía ser".

Otro de los amores que dejó huella en el corazón de la Divina fue Pepe el Marismeño. Disfrutaron de una bonita relación durante un año pero, finalmente, la diferencia de edad entre ellos (ella era 15 años mayor que él) y las malas costumbres terminaron separándoles. Una vez recuperado de sus adicciones, el músico llegó a declarar: "Me he metido rayas de cocaína con Carmen".

A finales de los años 90 reconoció públicamente su adicción a los somníferos y otras sustancias nocivas pero, dispuesta a recuperarse y a ser una mujer nueva, entró en un centro de rehabilitación en el que permaneció varios meses. Su presencia como tertuliana en el programa A tu lado, Crónicas Marcianas y sus exclusivas portadas en revistas de crónica social contando sus intimidades no pasaban desapercibidas, algo que no gustaba nada a sus hijos, Fran, a quien acompañó al altar en su boda con Eugenia Martínez de Irujo, y Cayetano, a quien también amadrinó en su enlace con Blanca Romero.

A la temprana edad de 49 años y tras años luchando contra sus demonios, Carmen falleció en su vivienda madrileña, tras desmayarse en la bañera. La autopsia confirmó que la muerte le sobrevino a causa de una necrosis cardiaca. Fue incinerada y sus cenizas esparcidas en las Marismas del Rocío por su expreso deseo: "Dejé de tenerle miedo a la muerte cuando me dí cuenta de que hay más gente que me quiere allí que aquí".