La reunión de la Fed de mañana, los datos económicos de la semana y la cascada de resultados empresariales no amedrentan a un mercado que sólo mira hacia arriba. De hecho, los inversores han dado la vuelta al argumento: tienen una fe ciega en que Bernanke volverá a bajar tipos -la única duda está entre 0,25 y 0,50 puntos- y que eso bastará para dar la vuelta a la debilidad de la economía y de los resultados.
Ayer el mercado volvió a aferrarse a esta idea y prosiguió su escalada, sin dar una mínima concesión tras el 'rally' del viernes. El Dow Jones se anotó otro 0,46%, el S&P 500 sumó el 0,37% y el Nasdaq avanzó el 0,47%.
Este optimismo empieza a preocupar a muchos, que lo califican de irracional en un escenario tan incierto y peligroso como el actual. Asimismo, tampoco hay argumentos técnicos definitivos para confiar ciegamente en una ruptura de los máximos. Pero la experiencia también nos enseña que el mercado puede mantenerse irracional mucho más de lo que dura el dinero de los inversores, como decía Keynes. Y, lo más importante, que nunca hay que ir en contra de la tendencia, sobre todo si es tan fuerte como la actual.
En el capítulo empresarial, el mercado esperaba la dimisión del CEO de Merrill Lynch tras sus desastrosos resultados, por lo que el valor subió el 2%. Asimismo, Oracle retiró su oferta por BEA Sistemas, lo que hizo ganar a la primera también el 2%.
No hubo datos relevantes, pero sí importantes movimientos en las materias primas. El petróleo marcó un nuevo récord en 93,80 dólares, y cerró en 93,53; a la tensión en Turquía se suman ahora las sanciones de EEUU a Irán. Asimismo, el oro se acercó a los 800 dólares. Pero nada de esto parece preocupar a Wall Street.
El dólar también prosiguió su tendencia bajista y marcó un nuevo mínimo histórico frente al euro en 1,4426 unidades. Los bonos ganaron en precio y su rentabilidad bajó al 4,38%.