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El dólar se hunde: ¿debemos preocuparnos por las consecuencias de su caída?

Ainhoa Giménez, Bolságora
3/12/2006 - 23:45

El titular puede parecer alarmante, pero no lo decimos nosotros, sino el último número de la revista Fortune, que se supone que de esto sabe. Su columnista Jon Birger analiza las implicaciones de la caída del dólar hasta mínimos de 20 meses (desde marzo de 2005) frente al euro, que cotiza por encima de 1,33 dólares y se acerca a sus máximos históricos de 2004 en 1,36.

Sus primeras conclusiones son bastante obvias: la caída del dólar es un regalo de Navidad anticipado para los sectores exportadores de EEUU -como el automóvil-, que atraviesan una dura crisis, así como para el turismo. La caída de la divisa abarata sus productos y servicios en el exterior y encarece los bienes competidores que importa EEUU.

Más allá, Birger alerta de que un dólar bajista contribuye al agotamiento de una economía que ya está desacelerándose. Pone como ejemplo su efecto en la subida del petróleo, que no sólo obedece a razones estacionales (la llegada del frío): dado que el crudo se paga en dólares, un debilitamiento del dólar frente a las divisas principales casi siempre eleva el coste de la energía en EEUU. Mientras, en Europa la subida del crudo se anula por el tipo de cambio.

Pero más importante que su influencia en la energía lo es su impacto en la política monetaria. Como saben, hay muchas señales (la última, el ISM del viernes) de que el estallido del mercado inmobiliario va a conducir a una dura ralentización económica, si no a una recesión. Si esto ocurre, la actuación normal de la Fed sería bajar los tipos de interés para estimular los préstamos y el gasto.

El problema reside en que una caída del dólar es inflacionista por definición, y la primera responsabilidad de la Fed es mantener la estabilidad de precios. Luego el dólar puede atar las manos de Bernanke, que corre el riesgo de provocar un efecto bola de nieve: si baja los tipos, el dinero saldrá de los bonos de EEUU hacia activos en euros con mayor rentabilidad, lo que presionaría aún más al dólar a la baja. "Al final, esta situación podría conducir a una estanflación (ausencia de crecimiento con inflación) del estilo de los años 70", concluye Birger.

Después de meter el miedo en el cuerpo, este columnista da un respiro a los inversores: la buena noticia es que la caída del dólar probablemente casi ha terminado. Según el estratega Milton Ezrati, hay un límite a la caída del dólar, porque el banco central de China -y los de India, Corea y Taiwán- fijan sus divisas con el dólar, por lo que no les interesa que éste baje mucho (sus economías se basan en las exportaciones a EEUU, para lo cual les interesa un dólar fuerte). Es decir, estos países van a intervenir para detener el desplome de la divisa norteamericana comprando dólares contra sus divisas nacionales.

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