Les habíamos dicho que en los últimos trimestres había habido dos honrosas excepciones en la travesía del desierto de las empresas tecnológicas. Una era Apple, que el miércoles destrozó los pronósticos del mercado, y la otra Google. El gigante de Internet tampoco decepcionó y presentó unas cuentas propias de la burbuja final de los 90.
Unas cuentas que desataron la euforia en el after hours, donde el valor se disparó el 6,5%.
A ver cuántas empresas de cualquier sector, con el tamaño y la antigüedad de Google (otra cosa son las pequeñas que acaban de nacer) pueden presumir de un crecimiento del beneficio neto del 92% en el tercer trimestre, hasta 733 millones de dólares (2,36 dólares por acción). Las ventas crecieron el 70% hasta 2.690 millones; descontando los costes que paga a terceros por genera tráfico a su web, la subida habría sido del 79% hasta 1.860 millones.
En el caso de Google, las previsiones de los analistas son muy heterogéneas, ya que la empresa no ofrece ninguna guía. En todo caso, batió claramente las previsiones de la media, como ha hecho en siete de los ocho trimestres que lleva cotizando. Y siempre los ha batido por un amplio margen. Sólo falló en el cuarto trimestre de 2005, pero enderezó el rumbo con un reenfoque en su negocio básico (mediante la mejora de su buscador) y la moderación de las fuertes inversiones realizadas en otros negocios.
Lo mejor de todo es que la práctica totalidad de los ingresos procede del negocio de publicidad relacionada con las búsquedas; ahí es imbatible: genera más ingresos y beneficios por búsqueda que Yahoo y MSN. Además, ha vuelto a arañar cuota de mercado a sus dos rivales. Este negocio se está beneficiando del fuerte crecimiento de la publicidad online en EEUU (se espera un 27% este año).
Decimos que eso es lo mejor porque significa que las áreas de negocio en las que se ha diversificado la compañía (el objeto de las citadas inversiones) todavía no aportan al resultado. Si crece un 92% sin ellas, ¿qué no conseguirá cuando empiecen a aportar?
Entre esas áreas hay que mencionar las redes inalámbricas, la telefonía sobre IP, los anuncios clasificados, los pagos por Internet, el software online competencia del Office de Microsoft, la música y video online, las subastas y, finalmente, las comunidades y los videos compartidos (con la adquisición la semana pasada de YouTube).
Igualmente, estos resultados no se han traducido en una subida de su cotización este año (sin tener en cuenta los del after hours). Eso significa en teoría que tiene un gran recorrido alcista cuando se decida a ponerse al mismo nivel que el resto del mercado. No obstante, este argumento es bastante falaz: ¿Dónde se dice que un valor tenga que subir por el hecho de que no ha subido hasta ahora? Que se lo digan a Telefónica. Pero el caso de Google es diferente, porque hay argumentos más que sobrados para justificar ese arranque en bolsa.