Por fin llegó el día en el que el presidente de EEUU planteó su, tan anhelada, reforma fiscal. La espera en Wall Street se ha hecho eterna y, a falta de que sea aprobada por Congreso y Senado -todavía tiene un difícil camino por las dos cámaras antes de convertirse en ley-, no se sabe a ciencia cierta si habrá merecido la pena. Sin embargo, se ha dado un significativo primer paso adelante, y eso el mercado lo sabe apreciar.
La propuesta de Trump reduce la tasa impositiva a las empresas desde el 35% al 20%, ligeramente por encima del 15% de la promesa inicial del mandatario. "El objetivo es volver a hacer competitivo EEUU a nivel global, y ofrecer alivio fiscal a la clase media y a los empresarios", afirmaban desde el Gobierno.