La renta variable y el dólar, tradicionalmente, han tenido una relación más que dulce. La primera subía acompañada por un descenso de la segunda. Pero el contexto en este momento no es el mismo. Un descenso muy abrupto de la divisa norteamericana, presionada por el miedo a la deflación, puede convertirse en un enemigo de los alcistas del parqué.
Por el momento, y aunque el euro marcó el miércoles su nivel más alto respecto al dólar desde el mes de abril, la situación no es preocupante, pero tampoco se le puede perder la pista. Especialmente, porque en esta ocasión, contrariamente a lo que ha sucedido en otros periodos de debilidad del dólar, lo preocupante es que las caídas que está sufriendo son más un síntoma de desconfianza hacia la economía estadounidense, que un sinónimo de apetito por el riesgo.