Estos son días duros para todos, pero dejarán la simiente de un mejor mañana para los que piensan lo impensable, para los que miden primero riesgos y luego estudian oportunidades. Del gigante asegurador norteamericano no vamos a decir otra cosa que lo dicho antes sobre Bear Stearns, Indymac, Fannie Mae, Lehman Brothers?
Es un valor bajista y no pretendemos saber cuándo dejará de serlo, nos trae sin cuidado si el valor subirá un 150 por ciento por el camino cuando es susceptible de llegar a cero o muy cerca de cero aunque no sea necesariamente lo más probable.
Son éstas lecciones marcadas a sangre y fuego sobre la memoria, que pocos que no la hayan vivido en la propia carne recordarán dentro de algunos años, cuando la historia vuelva a repetirse.
Lo que sacamos de todos esos casos es, por un lado, la necesidad de no tocar lo que ofrece una gran rentabilidad potencial cuando el riesgo de irse demasiado cerca de cero es elevado, y por otro, la de constatar como en todos estos casos siempre hubo patrones técnicos que advirtieron del cambio de tendencia, de la necesidad de vender.
En AIG fue a mediados de 2007 por confirmación de doble techo. Tras ello tuvo el valor el descaro de subir casi un 10 por ciento, pero hoy los precios están un 98 por cien más bajos de donde estuvieron cuando, con la pérdida de los 65 dólares, el análisis técnico advirtió de la necesidad de pensar en lo impensable.
Entonces nos tememos que un día usted también verá como se le esfuma el 90 y pico por ciento de una apuesta bursátil. No tenemos la menor idea de lo que va a hacer el valor, ni nos interesa en lo más mínimo trabajar una posición alcista o bajista en semejante momento.
Justo lo que están practicando hoy decenas de miles de inversores en la Bolsa de Nueva York -es el día de mayor volumen en la historia de AIG- es lo que nosotros nunca haríamos. Justo porque un inversor no practica el lenguaje de la mayoría es por lo que puede estar un paso por delante de ella a la hora de vencer en el mercado a largo plazo.
Si usted le está pidiendo a su asesor un consejo sobre si comprar o no AIG en este momento está muy equivocado. No debería exigirle a su asesor que le descubra tesoros escondidos en las profundidades, sino que le salvaguarde de la posibilidad de caer a los infiernos.