Amañar las estadísticas es como engañar al médico

En las últimas semanas cada nuevo dato macroeconómico va acompañado de voces que dudan de la verosimilitud del mismo. Hay quienes aseguran que los mismos responsables económicos son los que están detrás, con el objetivo de mejorar un poco los resultados.
Así ha ocurrido con el último dato del Banco de España sobre el PIB. El Gobierno se mostró plenamente satisfecho porque técnicamente se acabó la recesión. Hemos crecido un 0,1 por ciento, asegura el Banco de España. Bienvenido sea ese brote verde. Todos estamos deseando empezar a oír noticias buenas. Pero al Gobierno le faltó tiempo para airear el dato, mientras la Bolsa caía, un día más, estrepitosamente. Parece que no casaba el forzado optimismo del Gobierno con la cruda realidad de los inversores.
Otra de este tipo hemos visto la semana pasada con los desgarradores datos del paro. Cifras en las que cualquier interpretación resulta especialmente dolorosa para la población, que ve todo lo contrario a lo que le transmiten. Juego en el que, en ocasiones, entran los medios de comunicación, con clara falta de sensibilidad.
Y es que amañar, escamotear o querer cambiar la realidad es malo y de nefatas consecuencias. Es como querer engañar al médico. Efectivamente se puede hacer, pero las posibilidades de no curarse son máximas. Incluso si los síntomas son graves pueden llevarnos a lo peor.

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