SIMULACROS DE ACUERDO
Lo que España está viviendo estos dos últimos meses da que pensar. Un país puede llevar sin gobierno dos meses y no pasa nada. Eso en sí mismo es bueno, pues demuestra la buena organización que existe. Pero lo que ya no es tan bueno es que se peleen entre los políticos, provocando la risa de los ciudadanos, por ejercer el poder. El que más votos tiene no puede gobernar porque no tiene suficiente apoyo; el que tiene algo menos de votos sabe que o gobierna o ya puede abandonar la política y consecuentemente puede llegar a pactar con el diablo si hiciera falta; el tercero pide y pide porque por pedir que no quede; y el cuarto en discordia hace de árbitro; los pequeños miran a la espera de poder recoger alguna migaja. En un panorama desolador y que provoca hilaridad, sin que la clase política sufra el sonrojo del ridículo. A poco que se piense, uno constata que algo falla. Y mientras tanto siguen y seguirán los simulacros de acuerdo.