Transportes y Turismo

Nueva cruzada contra el turismo: el mítico barrio de Londres que ha pintado sus casas de negro para ahuyentar a los visitantes

Al este de Londres y fuera del circuito turístico básico se encuentra un barrio residencial típico británico que, sin embargo, acoge diariamente a miles de curiosos. La razón son los colores llamativos de sus casas, en contraste con el ladrillo rojizo visto del resto de las casas londinenses. Motivo suficiente para hacerse famoso, más aún después de ser hace más de 25 años el escenario de la película Notting Hill, protagonizada por Hugh Grant y Julia Roberts, cuyo nombre homenajea el del propio barrio.

Además de sus calles, Notting Hill alberga su propio mercadillo callejero, el de Portobello, uno de los más populares de la ciudad, donde es posible encontrar desde antigüedades, hasta ropa e incluso comida.

Pero, en las últimas semanas, Notting Hill está sufriendo una gran transformación a consecuencia del hartazgo de los locales ante la llegada masiva de turistas para hacerse fotos delante de las viviendas, interrumpiendo así la vida diaria de los vecinos que en ocasiones encuentran dificultades para acceder a sus propias viviendas: "Cuando intento entrar con bolsas de la compra en sábado, tengo que abrirme paso entre multitudes que se ofenden si les pido que se aparten". Algunos de ellos comparan la situación con "vivir en un parque temático", y otros han rebautizado el barrio "se llama Notting Hill, pero lo llamamos Notting Hell".

Invasión de la privacidad

Notting Hill ha sido siempre el reflejo de la evolución de los cambios sociales y culturales de la 'city' a lo largo de las décadas: un epicentro que paso de ser un suburbio marginal para convertirse en una elegante área que derivó a principios del s.XX en una zona de declive. Con la llegada de inmigrantes caribeños, asiáticos y europeos, el barrio resurgió como un barrio cosmopolita y multicultural. A partir de los años 70, y tras dejar atrás unos años de disturbios y violencia racista, Notting Hill recuperó su atractivo con una oferta gastronómica de alto nivel, boutiques de diseño, casas coloridas de estilo victoriano y, por su puesto, el Portobello Road Market.


Pero fue a principios de los 2000's cuando Notting Hill empezó a recibir cada vez más y más turistas atraídos por los escenarios reales que sirvieron para la película homónima de 1999. Desde entonces se cuentan por miles los curiosos que se acercan cada semana a las calles del barrio para, simplemente, hacerse fotos en las calles más coloridas, las más importantes Lancaster Road y Portobello Road.

Así, y ante la llegada de turismo masivo a la zona, algunos vecinos han decidido tomar medidas. La más drástica, cambiar el color de su vivienda y pintarla de negro; lo que antes eran fachadas idílicas de colores pastel ahora se han convertido en casa sombrías y lúgubre. Al menos cumplen su función, la de disuadir a los turistas e influencers que cada día se acumulan en la puerta de las viviendas para hacerse fotos o grabar vídeos.


Los vecinos explican en la publicación The Times que obviamente el negro "no queda bien en Instagram" y que la decisión llega después de haber tomado instalado otras medidas disuasorias como cadenas, cámaras de seguridad o carteles que recuerda que no se trata de viviendas vacías sino de propiedades privadas habitadas.

El movimiento de 'turismofobia'

Esta reacción de los locales hacia la llegada masiva de turistas no es aislada, sino que forma parte de un movimiento global de rechazado, considerado como 'turismofobia'. Aunque más que una 'fobia' a la llegada de visitantes se trata de una forma de protesta en favor de un turismo más sostenible, sin desplazar a los locales de sus lugares de residencia. Este fenómeno ha tenido reflejo ya en otras ciudades del mundo.

En Barcelona, que recibe unos 15 millones de turistas al año, activistas del colectivo Dus d'Europa contra la turistización rociaron con pistolas de agua a visitantes en el Barrio Gótico, con grandes pancartas que reclamaban 'Tourists go home' y 'Your Airbnb is my home'. De la misma manera, este mismo año en Palma de Mallorca y Tenerife ha habido sendas manifestaciones en contra de la masificación y también en oposición a la llegada de grandes cruceros. Misma situación en Venecia, donde este año se han implementado nuevas tasas para los cruceros y la prohibición de que grandes barcos amarren cerca del casco histórico. La capital del Véneto, además, lleva dos años cobrando una tasa turística para todo aquel que no pernocte dentro de la ciudad.

Manifestación en Cataluña en contra de la masificación turística. Getty Images. 2024
Manifestación en Cataluña en contra de la masificación turística. Getty Images. 2024

Más recientemente, el museo del Louvre, en París, una de las galerías más visitadas del mundo, llego a cerrar algunas de sus salas debido a una huelga de trabajadores que se quejaban del flujo desmesurado de turistas y la imposibilidad de mantener un control seguro.

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