- 10/11/2022, 19:21
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Thu, 10 Nov 2022 19:21:03 +0100
La espiral inflacionista sigue pasando factura a las familias. Pero no solo porque los precios mantengan aún un incremento del 7,3% en España, sino porque las variables que más se han encarecido son precisamente aquellas que son imprescindibles para los hogares. Es el caso de la alimentación y la energía, que muestran un incremento de costes del 19% frente al pasado año. O, dicho de otro modo, los españoles deben pagar 29.200 millones más que en 2021 para poder comer y tener energía en sus domicilios. Los datos dejan patente el duro golpe que para los presupuestos familiares supone el encarecimiento de algunos productos básicos, es decir, aquellos que son necesarios para su subsistencia y para los que no existen sustitutos posibles. Por si fuera poco, la anterior cifra no refleja en toda su magnitud el menoscabo que la alta inflación propina a los consumidores. Para ello es necesario añadir los gastos de la hipoteca, que es otra variable clave del presupuesto familiar. En este caso, el euribor, el indicador al que están referenciados tres de cada cuatro créditos inmobiliarios en España, ya escala hasta el 2,8%, lo que genera un importante encarecimiento de las hipotecas. Resulta evidente que el alto IPC actual impacta en el flanco más débil de las familias. Además no hay visos de que ese golpe vaya a remitir a corto plazo en Europa. Así lo indica el BCE en su último boletín al atisbar un IPC mayor y más duradero del previsto. En este contexto y ante la más que cuestionada efectividad de las medidas del Gobierno, el deterioro que el consumo ya muestra desde el año pasado aumentará. Esta menor demanda afectará a la actividad de las empresas y, por extensión, a nuestra renqueante economía, que no podrá contar con su gran motor de crecimiento.