Hoy en día hay quien piensa que los relojes de pulsera ya no son tan útiles. Lo cierto, los intrusos relojes de la actualidad, el móvil y los smartwatch, además de dar la hora ofrecen un amplio abanico de herramientas que forman parte de la vida. Sin embargo, los astronautas que pisaron la Luna entendieron que necesitaban un reloj mecánico que midiera el tiempo y que fuera independiente del resto de artilugios de avanzada tecnología que tenían en su entorno. Ese reloj fue el Omega Speedmaster, rebautizado para la posteridad como el Moonwatch. Y el ingeniero James Ragan fue la persona que se decantó por él. Ante las puertas del 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna, Ragan cuenta los detalles de la misión y su decisión.
¿Qué prueba de las que tenían que pasar los relojes era la más importante?
La prueba de vacío era lo más difícil de pasar para los relojes. Entonces, primero les hacíamos pasar ese test y si no lo superaban, no teníamos que molestarnos en hacer los siguientes.
¿Le sorprendió que el reloj superara todos los tests?
Les dimos un mes y nos llegaron cuatro propuestas. Una de ellas era una cosa gigante, un cronógrafo, que no podía ser. Entonces nos quedaron solo tres: Longines, Rolex y Omega. Primero hicimos las pruebas térmicas y de vacío y el único que pasó fue Omega. Entonces, nos asustamos por si ese reloj no pasaba el resto de las pruebas, pero sí las pasó.
¿Y los astronautas participaron en la decisión?
Yo les pregunté qué reloj les gustaba más sin decirles cuál había superado las pruebas. Y ellos prefirieron el Omega. Me facilitó mucho la elección. Ellos opinaron que ese modelo era más fácil de usar y leer.
La Nasa quiere volver a la Luna, ¿el Speedmaster volverá?
Yo creo que será un reloj Omega, eso seguro. De hecho estoy trabajando con la fábrica para crear algo, pero no puedo adelantar nada.
¿Se acuerda cuánto pagó la Nasa por cada uno de los relojes?
Yo creo que entre 56 y 57 dólares y alguno nos lo quería regalar.
¿Cuál era el mayor riesgo de llevar un reloj mecánico?
El problema no es la gravedad, que eso no tiene efectos sobre el reloj. El problema en el espacio es que no consigues tanta aceleración en los movimientos de la mano como para que el reloj siga funcionando. Entonces, les recordamos a los astronautas que tenían que darle cuerda todos los días.
¿No le parece contradictorio la convivencia entre esos relojes mecánicos y tecnología tan avanzada?
Ellos querían un reloj que fuera un apoyo por si fallaban otras cosas. Justo antes de salir de la nave, se ponían el reloj en la muñeca de una forma muy determinada para que sin girar el brazo pudieran ver la hora. Y ponían en marcha el cronómetro antes de colocarse el casco. Tenían un cronometro en el traje, pero que a veces fallaba. Entonces, sus vidas dependían del reloj, para saber cuánto tiempo llevaban fuera.