Dos hermanos, dos excelentes cocineros, Dos Cielos y ahora también dos estrellas Michelin. Parece que todo va de dos en dos en la cocina de los Torres, cuyo restaurante en el hotel Meliá Barcelona Sky recibía una merecida segunda estrella en la última edición de la guía.
Ha tardado en llegar -demasiado, creemos la mayoría- pero no deja de ser la confirmación del gran momento que viven los dos chefs. El éxito televisivo de su programa cada mediodía en TVE lejos de alejarles de la cocina o despistar un poco esa coherencia gastronómica que les ha caracterizado siempre -producto, sabor, poco artificio- ha servido para afianzar proyectos y relanzar nuevos.
Al Dos Cielos de Barcelona se le sumaba el año pasado uno en Ma-drid -en el Gran Meliá Palacio de los Duques- que apunta muy buenas maneras. Y de cara a esta primavera, los Torres preparan la apertura de otro restaurante en el centro de la Ciudad Condal.
Pero, por ahora, es este Dos Cielos, con unas impresionantes vistas sobre Barcelona, el que mejor representa esa cocina tranquila de Sergio y Javier Torres, que siempre han jugado con el producto tradicional y sencillo, pero con una técnica precisa y el toque de exotismo que la cercanía a Brasil -su país fetiche- siempre aportan.
Dani Molero es el responsable de que en la cocina -abierta, punto de acceso al comedor para los comensales e incluso con una mesa dentro- todo funcione a la perfección cada noche de martes a sábado. El restaurante ofrece un menú degustación de temporada (140 euros) con una opción de maridaje de precio muy ajustado (50 euros) y además una selección de platos a la carta. A través de 14 pases, recorremos la cocina de los Torres, desde sus snacks que miran al otro lado del Atlántico o juegan con caldos en copa para dejar claro que la cocina de producto no tiene por qué ser aburrida, a clásicos de la casa, como el tomate de invierno o los espectaculares guisantes lágrima que sobre una royal de erizos componen uno de los platos más notables de la carta. Buen ritmo, servicio eficaz y atento, y una cocina que no tiene nada que esconder y donde salmonetes o cabrito dan ese punto de familiaridad a una alta cocina en la que la técnica se usa no para decorar, sino para redondear el plato con sabor y sencillez.
Buena idea la secuencia de postres, que se adelanta con un estupendo queso con romero, limpia con amargos y sabores refrescantes y remata con mucho chocolate ¿El mejor final para la velada? Disfrutar un rato más de las vistas y una última copa en la terraza 24 Cielos, junto al restaurante.