El hotel Niza, propiedad de la familia Chillida, es toda una institución en San Sebastián. En el idílico lugar donde hace años desayunaban los huéspedes -frente al paseo de la Concha con vistas al mar-, se inauguró en 2011 el restaurante Narru. Un emplazamiento de lujo para un espacio funcional y sencillo, en el que desde el primer momento estuvo muy claro que lo importante estaba en el plato.
Al frente, el multipremiado cocinero Íñigo Peña -formado en Arzak en sus comienzos-, que cuenta con numerosos reconocimientos; entre otros, la mención en The Wall Street Journal como uno de los 10 mejores chefs jóvenes de Europa (2010). A años vista, el nivel se mantiene y en absoluto defrauda. Una cocina de producto, con un twist creativo y contemporáneo muy equilibrado. La propuesta incluye platos tradicionales vascos en su mayoría junto a algún trazo global: de las cocochas en salsa verde al pulpo asado con chimichurri, mojo rojo y papas arrugás.
Buen precio
El mercado dicta la oferta, en una carta revisada mensualmente, así como un estupendo menú del día (32 euros + 10 por ciento de IVA) con cuatro primeros y cuatro segundos y tres postres a elegir, incluyendo el vino (tres referencias), pan y café. Un buen precio si se tienen en cuenta la entidad de las preparaciones, desde un arroz marinero con almejas y cocochas a una carrillera de ternera guisada con patatas. El lugar para degustarlo es el bar, en el mejor emplazamiento del local: un espacio acristalado desde donde se ve el mar. Allí también sirven unos deliciosos pinchos variados, a la vista en su barra, que lo hacen perfecto para el aperitivo.
El restaurante situado en la parte baja del local sigue el mismo tono, ahora ya con una atractiva carta en la que la materia prima sigue siendo la estrella. Como el tartar de atún rojo con aguacate y salmorejo, en perfecta conjunción los dos pescados, o el tomate concassé y chipirón de anzuelo a la brasa, de intensos sabores. Depuradas cocciones, gustos realzados… una genuina relación entre calidad, producto y técnica. Sobresaliente el secreto ibérico con manzana y apio-nabo, de perfecta cocción, piel crujiente y fruta que refresca el paladar con el puré como contrapunto.
Los postres están a la altura, con una muy destacable selección de quesos y opciones como la crema de queso con migas crujientes de mantequilla. Si acaso, a corregir lo ruidoso del local, aunque estamos en un sitio popular donde se va a comer y punto. Carta de vinos nutrida, con especial atención a Rioja y Ribera del Duero. Buena relación calidad-precio.