Tuber Magnatum Pico, más conocida como tartufo bianco o trufa blanca, en español, es uno de los manjares más exclusivos de la gastronomía actual. Solo se recolecta durante los meses de otoño, concretamente entre octubre y diciembre, y su escasez ha convertido a este producto en uno de los más caros del momento.
La trufa blanca crece de forma salvaje en la zona del Piamonte italiano. Alba, una pequeña población del noroeste de Italia es algo así como el Teruel español, pero en este caso para la trufa blanca. Su nombre científico, Tuber magnamatum Pico se debe al descubridor de este manjar, Vittorio Pico, quien identifico esta especie tuberculosa a finales del siglo XVIII.
El precio de la trufa blanca
El precio de una de estas trufas puede alcanzar cantidades astronómicas, de hecho, se han llegado a pagar más de 6.000 euros el kilo. Cada temporada, los pocos ejemplares del tartufo bianco que se recolectan se convierten en objeto de deseo de los mejores restaurantes del mundo, quienes esperan poder aromatizar sus suculentos platos con este manjar gastronómico.
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Se trata de un hongo completamente silvestre, que se caracteriza por su piel blanquecina. La dificultad de su recolección ha convertido a la trufa blanca en todo un objeto de deseo. Además, la temporada de cosecha es realmente corta y aún hoy no existe forma de plantarla de manera artificial.
El récord de precio pagado por este manjar gastronómico del noroeste de Italia fue los casi 100.000 euros que abonó un japonés por dos trufas blancas de cerca de un kilo de peso.
Cómo degustar la trufa blanca o el tartufo bianco
Para degustar el tartufo bianco hay que evitar siempre cocinarlo, ya que no se trata del mejor amigo de las cocciones. La mejor propuesta es consumirlo como aromatizante de diferentes platos, como el típico risotto italiano, en pequeñas lascas, que aportarán un sabor único al plato.
Recetas de trufa blanca
La Grande Enciclopedia Illustrata della Gastronomia recoge un interesante plato a base de trufa blanca: "Poned una capa de anchoas desaladas, bien limpias, en un plato hondo, mejor de barro. Sobre ellas, poned una capa fina de rodajas sutiles de trufa blanca, luego otra de anchoas y encima otra de trufa. Dos capas -advierte la receta- son el mínimo, pero pueden ponerse más. Bañadlo con un aceite extravirgen de oliva, moved el plato para que el aceite penetre bien, tapadlo y conservarlo al fresco. Se puede comer a partir del segundo día "y se conservará durante una decena de días".