
Madrid
Se nos llena la boca a los españoles, y no es para menos, cuando hablamos de moda y podemos presumir de haber aportado al mundo un genio de la talla de Cristóbal Balenciaga.
El diseñador vasco es, por si a alguien le queda todavía alguna duda, un maestro del diseño al mismo nivel que Picasso o Velázquez en la pintura o Cervantes en la literatura.
Su llegada en los años treinta a París marcó un hito en la moda y su despedida, en 1968, se entendió por mucho como el final de una época.
Pero lo cierto es que, si bien nadie es comparable con el de Getaria, no es menos cierto que antes, durante y después de él otros españoles triunfaron en la capital de la moda, profesionales que muchas veces se han visto ensombrecidos por el gran legado de Don Cristóbal.
No es el caso de Paco Rabanne, cuya carrera despuntó ya con Balenciaga retirado, pero sí el de otros que compartieron espacio y tiempo con él.
"Trinfar, triunfar, triunfó Balenciaga, Antonio del Castillo en Lanvin y Rafael López Cebrián, con su firma Raphäel", asegura el experto en moda Miquel Martínez i Albero.
Antonio del Castillo y López Cebrián

De vez en cuando aparecen voces que reivindican a Antonio del Castillo, que fue una verdadera estrella de su tiempo. Entre sus éxitos encontramos el haber conseguido el Oscar por el vestuario de Nicolás y Alejandra, y el ser el responsable de resucitar Lanvin tras el fallecimiento de su fundadora.

Tanto le debe la casa francesa al español que sus creaciones se firmaban como Lanvin Castillo.
López Cebrián, por su parte, llegó en los años veinte a París y creó Raphäel, la firma con la que se hizo famoso en el mundo entero gracias a sus impecables trajes sastre que a partir de 1939 confeccionaría en su sede en la lujosa Avenida de George V.

José de la Peña
Fue el primero en poner una pica en Flandes (o en la Île-de-France). Llegó a la ciudad del Sena para trabajar en la aclamada Doucet y el propio Paul Poiret (el rey de la moda en la década de los 10 y 20 del siglo pasado) reconocía como el verdadero genio detrás de la firma: "Poiret asegura que es De la Peña quién está detrás del imaginario de la firma y que influyó mucho en su concepción histórica", recuerda Martínez i Albero.

Estuvo trabajando en la casa desde 1870 a 1920 y por allí vio pasar a lo más granado de la sociedad del momento, desde la multimillonaria Consuelo Varnderbilt a las sensuales Sarah Bernhardt o La Bella Otero.
Ana de Pombo
Justo en los últimos años de la casa Doucet es cuando llega Ana de Pombo a París. Su arrolladora personalidad le llevó a ser persona de la máxima confianza de Coco Chanel y, tras intentar tener suerte con su propia firma, acabó liderando la reinvención de la casa Paquin, convirtiéndola durante el tiempo que estuvo al frente en una de las referencias del chic parisino:
"A Ana de Pombo le fue muy bien al frente de Paquin, estuvo poco tiempo pero vendió mucho en París", recuerda Martínez i Albero.

Eso no quitó para que sus vestidos fueran alabados por la prensa y sus espectáculos de castañuelas (otra de las aficiones de esta poliédrica mujer) la hicieran un personaje imprescindible en la Ciudad de la Luz.
Julio Laffitte
El sevillano con ascendencia francesa Julio Laffitte se instaló en París en 1923 con la idea de formarse como pintor, pero tras su paso por las firmas Molyneux y Lucien Lelong, dos de los nombres más destacados de la costura gala, acabó regresando a España país en el que, además de moda, creó el vestuario de películas tan icónicas como Goyescas, en la que vistió a una de las estrellas del momento, Imperio Argentina.

Al no conseguir el éxito que él se esperaba, acabó emigrando a Estados Unidos, donde trabajó para Saks Fifth Avenue y Hattie Carnegie, y en los años 50 regresó a París donde firma dos de las mejores colecciones de Patou, las del 57 y 58.
Ramón Esparza
El caso de Esparza es algo diferente al del resto, aunque suele ser el que más sorpresas provoca tras conocer su historia. Fiel colaborador de Cristóbal Balenciaga durante la última etapa del modista, el navarro incluso fue el promotor de la exposición que se organizó en nuestro país tras el fallecimiento del genio vasco.
Allí todas las fuerzas vivas del régimen echaron una mano para rendir un homenaje al mejor modista de todos los tiempos. Pero esa labor de comisario no debe ocultar su trabajo como diseñador que le llevó a ser la primera persona que sustituyó a Coco Chanel al frente de la firma francesa.
Sí, un español dirigió Chanel: "Esparza hizo una colección para Chanel, pero se le criticó porque era demasiado Balenciaga", concluye Martínez i Albero.
¿Y por qué este olvido?
Decía Alfredo Pérez Rubalcaba que en España se enterraba muy bien, pero parece que nada más ya que de estos genios nadie se acuerda.
¿Por qué? "Se diferenciaba entre los que trabajaban en París y en España", concluye Martínez. "El propio Laffitte en una entrevista cuando está en Patou dice 'nosotros los franceses', desmarcándose de sus colegas españoles".
Quizás el ser español entre los franceses y francés entre los españoles es lo que les supuso este triste olvido.