Uno de los acontecimientos del verano londinense son las carreras de caballos en Ascot, donde tanto como los caballos importan las pamelas de las señoras, que son obligatorias, así como el chaqué y el sombrero de copa para los caballeros. El 'concurso' de pamelas es reproducido en la prensa rosa mundial.
El hipódromo de Ascot se encuentra a diez kilómetros del Palacio de Windsor y es propiedad de la casa real. Algunos caballos de la escudería de la Reina participan en las carreras. Los ingresos van a parar al Crown Estate, propiedad real, pero los beneficios anuales se destinan al fisco. El acontecimiento más importante del año es el 'Royal Meeting' que se celebra cada junio desde 1.771.
En Ascot hay cuatro gradas. La importante es la Royal Enclosure, corralillo real, al que solo se puede acceder por invitación. Algunas las reserva el Palacio de Bukingham para, entre otros, un número pequeño de diplomáticos por Embajada, que se codean allí con la 'casta' local. La parte superior de esta tribuna está cerrada con unas cristaleras y es desde donde ven la carrera la Reina, su círculo familiar y otras familias reales que se encuentren en Londres.
Hay que desplazarse con antelación al aparcamiento, un descampado con buena hierba -se tarda algo más de una hora desde Londres- con el mejor automóvil del que se disponga, para iniciar la actividad con un almuerzo campero con mantel, sillas y mesas plegables y champán, salmón ahumado, 'fois' y otras exquisiteces que se han transportado en las correspondientes cestas de mimbre, si es posible de Fortnum and Masons.
Ya calentito el personal se desplaza a sus localidades, hace sus apuestas y, en general se dedica a beber Pimms en enormes vasos de plástico. El Pimms es la bebida del verano en Inglaterra. Sobre una base de un licor denominado precisamente Pimms número 1 y la correspondiente agua de limón se incorporan de arandelas de pepino, hojas de menta, una rodaja de naranja y lo que la imaginación exija. Puede tener un poco más de veinte grados pero tras algunos vasos se sube a la cabeza y produce efectos curiosos en los estirados lores y ladies.
Las consecuencias del Pimms
Al termino de los descansos entre carrera y carrera, que algunos usan para continuar con la apuestas, hay que volver al asiento asignado, pero el caballero que estaba en el pasillo de mi fila no parecía saber muy bien cuál era el suyo; así que vaso de Pimms en mano, sombrero de copa, ya ladeado en la cabeza y en un equilibrio inestable, obstruía el paso. Un muy educado empleado con sombrero de bombín -cada clase social tiene su tipo de sombrero- subió desde su puesto en la parte baja y se dirigió a él pidiéndole cortésmente que se sentara.
El tambaleante hidalgo ni se dignó mirarle. El empleado insistió de nuevo cortésmente señalándole que tendría que avisar al supervisor. El señor parecía sordo y al intentar insistir el del bombín, le miro retador y le dijo "Este es un lugar para la clase alta así que váyase abajo adonde le corresponde" -Go down to where you belong, que suena aún más duro. El empleado bajó la cabeza y obedeció. El resto de la clase alta ni se inmutó. Como estaba cerca de él no pude evitar decirle: Vd. no pertenece a la clase alta sino a la clase maleducada, pero ni me respondió. Supuse que mi acento me delató como un bloody foreigner, maldito extranjero, que estaba en la tribuna por cortesía real hacia alguna gente exótica.
A la salida, camino de los coches, se podían observar escenas de una vulgaridad que ni al terminar un partido de fútbol, que es deporte de clases medias y bajas. Obviamente los numerosos pimms habían cumplido su misión y el noble personal había abandonado su tradicional contención y se había soltado el pelo. Y otras cosas.
Al día siguiente el Daily Mail,sensacionalismo bajo para clases altas, que muchos de los protagonistas del día anterior leen,publicaba que más gente había sido detenida a la salida de Ascot por desórdenes públicos y conducir bajo los efectos del alcohol, que tras la final de la Copa de Inglaterra de fútbol que se celebró el mismo día .
Los satisfechos lores y ladies y sus vástagos esbozarían esa sonrisa tan británica que usan tanto para reírse de sí mismos como para reírse del resto del mundo, mientras pensaban que una vez al año hay que enseñar al pueblo que la nobleza sabe hacer muchas cosas y que un poco de espectáculo es bien recibido por las clases populares, mientras desayunaban las salchichas y las alubias pintas.
Pero el comportamiento de una minoría es poca cosa en comparación con el esplendor del evento que todos los asistentes recordaran el resto de su vida.
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