"Es imposible que el coronavirus se haya creado en un laboratorio". Declaraciones tan tajantes como esta respecto a la crisis del Covid-19 no encuentran la misma viralización que sí conseguiría decir lo contrario. Lo mismo sucede con el recetario de consejos elaborado por la OMS acerca de los rumores sobre el nuevo coronavirus. Ante esta situación de florecimiento de las noticias falsas, el Gobierno se ha apresurado al control de bulos y fake news por parte del Estado. Aída Rubio, psicóloga y coordinadora del equipo de psicólogos de la aplicación móvil y web de TherapyChat, explica por qué el ser humano tiende a creer y compartir bulos y da una serie de consejos sobre cómo evitarlos.
¿Por qué la sociedad se suele creer las teorías conspiratorias como que el virus se inventó en un laboratorio?
Podríamos decir que hay tres factores que las propician: el estado de confusión donde la información es ambigua, la pérdida de control sobre nuestra vida y bienestar, y la insatisfacción e incertidumbre que producen los datos que sí manejamos.
¿Qué aportan esas teorías al ser humano?
La mente humana reacciona rellenando los vacíos de información porque necesita entender. De este modo, aparecen teorías basadas en escasos y ambiguos datos y un conocimiento más intuitivo que deductivo. Pero prosperan porque necesitamos recuperar el control perdido de la situación. Responden a la ansiedad del momento, aunque por supuesto se trata de una falsa sensación de control y conocimiento que, eso sí, aportan 'respuestas' y tranquilidad. Por otro lado, poseer información 'privilegiada' y creer que se ha sido lo suficientemente perspicaz para llegar a la 'verdad', puede proporcionar consuelo y sensación de poder.
¿Cómo se deben combatir esas teorías o bulos?
En primer lugar, autolimitando el tiempo que pasamos buscando información y las fuentes de las que provienen. Debemos actuar como científicos ante la información que recibimos y analizarla, tomando como hipótesis inicial que pueda tratarse de un bulo. No debemos olvidar que la información veraz es aquella que cumple dos condiciones: podemos encontrar fuentes que la corroboren, y no podemos encontrar datos que la tiren por tierra. Muchas veces nos quedamos solamente en corroborar la información, pero es igual de importante ver si es posible falsarla.
¿Por qué se da tanta veracidad a las noticias que son compartidas por parientes o amigos?
Hay varios factores que nos hacen tomar al otro como modelos veraces de conducta o, en este caso, de información. Uno de ellos es la semejanza o identificación con esa persona, que en este caso se establece por los lazos familiares. Otro es la cordialidad. Y por último, estaría la credibilidad que le damos a esa persona. Si se trata de un pariente en quien confiamos y a quien atribuimos sensatez, cultura, etc., es más probable que confiemos en las noticias que nos pase. En un momento donde además la confusión informativa es patente, se corre el riesgo de que la gente desconfíe de las fuentes oficiales y termine por confiar más en aquellos que se encuentran en su misma situación.
¿Dónde se deben informar los ciudadanos?
Dado que el nivel de bulos que se transmite a día de hoy es elevado, antes de creer cualquier dato que nos llegue, incluso de familiares y amigos, deberíamos pasarlo por un filtro y acudir a las fuentes oficiales: OMS, Ministerio de Sanidad, sociedades científicas o importantes y contrastados medios de prensa que no se hayan hecho eco con anterioridad de noticias falsas.
¿Con qué frecuencia?
Aconsejo ceñir la búsqueda de información a un momento al día y siempre a la misma hora, para limitar que las preocupaciones nos invadan las 24 horas, podamos descansar, y no propiciemos estados de ansiedad ni pensamientos negativos magnificados.
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