La crisis sanitaria, social y económica que está dejando la pandemia del coronavirus Covid-19 ha configurado una realidad que muchos comparan con la Segunda Guerra Mundial, como hizo la reina de Inglaterra Isabel II en el discurso que dio a la nación el pasado cinco de abril. Un pasado que solo recuerdan unos pocos, pero del que se salió gracias a la sociedad y grandes políticos como Winston Churchill. Entonces, ¿quién va a ser el Churchill de está crisis?
En estos momentos de miedo e incertidumbre es común mirar al pasado para buscar una solución para el tiempo presente. "Cuando afrontamos situaciones novedosas tendemos a tirar de experiencia pasada y si no tenemos referentes nos cuesta más tomar decisiones. Entonces, aumenta más la sensación de vulnerabilidad", explicó a Status Alba Pérez, profesora de los Estudios de Piscología y Ciencias de la Educación de la UOC.
Así, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recuperó ante Europa la idea de un Plan Marshall, también se habla mucho estos días de los Pactos de la Moncloa de Adolfo Suárez o de la crisis económica de 2008. Sin embargo, esta situación excepcional, a diferencia de las anteriores, está siendo causada por un agente sobrevenido e inesperado. De esta manera, a lo único que cabe aferrarse es a la política y a los líderes de hoy. De esta manera, Ernesto Pascual, profesor colaborador de los Estudis de Ciencia Política de la UOC, nos ayuda a encontrar al líder europeo mejor preparado para asumir el liderazgo de la Unión.
Angel Merkel y Emmanuel Macron, el poder 'per se' y el liderazgo carismático
Pascual ya contó a 'Status' que un buen líder en estos momentos de crisis debe conectar con los ciudadanos, dar seguridad, trasmitir confianza y ser persuasivo para hacer entender a la ciudadanía que si hacen todo lo que dice el Gobierno las cosas van a salir bien. Para conseguir eso, ese político debe ser sincero, saber reconocer errores, pero también ser contundente y no titubear.
Pascual entiende que la líder mejor posicionada para asumir el papel del próximo Churchill es, en principio, la canciller Angela Merkel. De ella, alaba su poder incontestable, fruto de estar 15 años en el cargo, y su sinceridad, sobre todo en la reciente crisis migratoria provocada por el conflicto en Siria, pero crítica su excesiva austeridad comunicativa o falta de empatía. Una descripción que encaja con su forma de vestir, Merkel lleva vistiendo desde que es canciller el mismo tipo de traje: una americana de tres botones y pantalón de tela oscuro.
Esta actitud reservada es la que, a juicio del profesor colaborador de los Estudis de Ciencia Política, lleva a Angela Merkel a tener una capacidad de liderazgo menor que Emmanuel Macron. "Tiene unas grandes habilidades y una buena apariencia, no titubea, su retórica es fantástica, es capaz de improvisar, y su lenguaje demuestra que confía en sí mismo", explica el experto del gobernante francés.
Pedro Sánchez, un 'renacido' que no llama a la épica
Pedro Sánchez tiene una larga lista de acontecimientos para formar parte de la historia de España. Apodado como 'el renacido', y con su libro 'Manual de Resiliencia', el presidente del Gobierno fue echado por la puerta de atrás de la secretaria general del PSOE. Sin embargo, volvió: con su coche y su chaqueta de cuero, recorrió todas las agrupaciones de su partido para reconquistar el poder. Cosa que hizo con solvencia, arrasando frente a la 'lideresa' andaluza, Susana Díaz.
Esta casi epopeya podría servir al actual presidente del Gobierno para llamar a la épica y ganarse a todo el país. Sin embargo, Sánchez carece de esta cualidad comunicativa. Ernesto Pascual explica que el presidente del Gobierno tiene cierta incomodidad gestual que le impide mostrar confianza o liderazgo: "Se siente incómodo delante de la prensa y dirigiéndose a la nación, todavía más cuando se sale del discurso que tiene preparado".
Este aspecto rígido y encorsetado se afianza por el estilismo del presidente. Pedro Sánchez abusa de los trajes demasiado entallados, las corbatas estrechas y las camisas con puños sin gemelos. Es una forma de crear un look uniformado y más cercano, pero, al contrario, le da un aspecto menos presidencial y le resta poder. Además, Sánchez está huyendo de la camisa blanca y apuesta por los tonos azules. Una decisión que le da una imagen más funcionarial, más técnica y le resta atractivo y luz. Emmanuel Macron, al contrario, suele aparecer con camisa blanca y corbata ancha.
España, sin buenos escritores de discursos
Más allá de las capacidades comunicativas de unos o de otros. Ernesto Pascual explica que uno de los problemas que tiene la política española desde el punto de vista comunicativo es la falta de originalidad para escribir los discursos. "España tiene un gran déficit en la escritura de discursos políticos. Son demasiado funcionariales y no apelan a la emoción", cuenta.

Un reciente ejemplo de esto fue el mensaje a la nación que dio Isabel II. A diferencia del discurso del rey Felipe VI, la monarca del Reino Unido apareció sin banderas, sin atril y con un mensaje emotivo que intercaló con imágenes de sanitarios británicos y de solidaridad entre compatriotas. Además, de él se pueden rescatar frases que llaman a la épica como: "El orgullo de quienes somos no es parte del pasado, define nuestro presente y nuestro futuro" o "Mejores días vendrán. Estaremos con nuestros amigos de nuevo, estaremos con nuestras familias de nuevo y nos reuniremos de nuevo".
En el caso de los discursos de Emmanuel Macron y Pedro Sánchez, las diferencias también son claras. Es cierto que tienen cargos distintos, uno presidente de la República y el otro presidente del Gobierno. Sin embargo, a juicio de Ernesto Pascual, las apariciones del gobernante francés son más cortos, concisos y efectivos: sirven para unir al país y llamar al ánimo. Sin embargo, el presidente Sánchez se ha acostumbrado a comparecencias extensas y muy explicativas: "Sus discursos son demasiado largos y, desde mi punto de vista, es un poco dubitativo y paternalista", sentencia. Un carácter más aclaratorio y guiado por expertos que conecta con la filosofía tecnócrata que caracteriza la cultura política de Pedro Sánchez, que ha configurado gobiernos dominados por perfiles técnicos.
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