Pablo Iglesias llevaba días sin tener apariciones públicas hasta la rueda de prensa del Consejo de Ministros del martes donde compareció -con la portavoz y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, mediante- junto a vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño. Es decir, los dos polos ideológicos del Gobierno de Pedro Sánchez. Una distancia importante en la forma de entender la política que se vislumbra en la propia foto, más allá de los más de dos metros que los separaban: mientras Iglesias vestían un anodino traje color gris que se había tragado los puños y parte del cuello de una camisa sin almidón, Calviño hizo gala del atuendo al que está acostumbrada: chaqueta tipo blazer, blusa y pantalón. El look oficial de la mujer, aquel como el traje masculino, que se puso de moda entre los setenta y ochenta, tiempo en que las mujeres comenzaron a incorporarse a puestos de trabajo de poder y propios del sexo masculino, como el terreno de las finanzas, la banca o la política y que recibió el nombre de 'power dressing'.

El líder de Podemos y vicepresidente segundo del Gobierno aprovechó la rueda de prensa para recordar lo que ya había declarado en ocasiones anteriores, más tarde en entrevistas de prensa o a través de sus redes sociales, y que hace referencia al artículo 128 de la Constitución, que establece que "toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general", permite al Gobierno "pedir sacrificios a algunos particulares" para garantizar que se cumple ese interés general en la lucha contra el coronavirus, dijo Iglesias en una entrevista en Telecinco. Un escenario hipotético que tiene, no obstante, a la ministra de Asuntos Económicos como la principal figura opositora, a pesar de que en batallas anteriores no consiguió que se tuvieran en cuenta sus reservas respecto al cierre de la actividad del país decretado el pasado domingo. Es decir, Calviño e Iglesias son las dos caras de una misma monedada en acción política, en comunicación e imagen. Mientras una es sería, reservada, rigurosa y funcionarial, el otro es cercano, emocional, casi teatral.
El estilo de Nadia Calviño

Si hace unos días se llegaba a la conclusión de que Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, era la que mejor vestía del Ejecutivo, Calviño es la que mejor representa la cultura estética del power dressing. Así, es común verla con atuendos similares a lo que sería el traje masculino o directamente uno femenino. Americanas, blusas estampadas y pantalones de tela es el uniforme de la vicepresidenta. Un estilo que siempre es un acierto para las esferas de trabajo que dirime Calviño y, por tanto, que no requiere responder a la pregunta: ¿Hoy qué me pongo?.
Este estilo es el propio de las políticas europeas y de las mujeres de negocios. Una forma de vestir seria y adecuada que se ve repetida en otras políticas como son Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, Angela Merkel, Canciller de Alemania o Theresa May, ex primera ministra del Reino Unido. Y también, en figuras tan relevantes de la economía como, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, o Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander.

Sin embargo, como crítica al estilo de Calviño, que también comete Lagarde, es que abusa del color, de blusas demasiado clásicas y estampadas y de las perlas, un básico del joyero femenino pero que puede avejentar. En este sentido, referencias estéticas son Angela Merker, si el objetivo es la sencillez para que nadie repare en lo que te pones, o en el lado opuesto, Theresa May, que lucía trajes elegantes y sofisticados y una original y amplia colección de zapatos.
La mujer en traje
El traje femenino es una tendencia que está de vuelta, y así lo demuestran las últimas colecciones de Ralph Lauren o de Mango. Una moda que empodera a la persona que lo lleva, ya sea hombre o mujer, que aporta elegancia, no sexualiza e, incluso, aporta modernidad. Sin embargo, cabe decir que es una prenda del armario femenino que era la norma de vestimenta de la mujer durante el siglo XIX y comienzos del XX. De hecho, el traje con falda era lo más utilizado entre las féminas de clase social media y alta y que, además, fueron las que se animaron a quitarse la falda y llevar pantalón. Una costumbre polémica, pero que se fue generalizando durante la Segunda Guerra Mundial, momento en que algunas mujeres empezaron a vestir pantalones o monos para asumir, con mayor comodidad, trabajos más prácticos en fábricas.

La diseñadora Coco Chanel mucho tuvo que ver en ese uso del pantalón femenino en la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, la utilización de esta prenda por parte de la mujer no estuvo bien visto hasta que alcanzó su mayor difusión en los 60. De hecho, fue en 1966, cuando Yves Saint Laurent presentó Le Smoking, un traje pantalón elegante de noche. Un hito de la historia de la moda que mantiene su legado en la actualidad.
La época en que el traje femenino adquirió un matiz más político fue en la década de los setenta y ochenta, tiempo en que las mujeres comenzaron a incorporarse a puestos de trabajo de poder y propios del sexo masculino, como el terreno de las finanzas, la banca o la política. Y fue en la década de los 2000 cuando, comenzó a adquirir un matiz más clásico y rancio. Quizá el boom de la moda fast-fashion y el acceso más fácil y rápido a las diferentes tendencias y estilos relegó al traje, una prenda de ropa más atemporal, a un segundo plano.
Por fortuna, el traje está de vuelta y en un momento, además, en que el movimiento feminista está más fuerte que nunca y que tiene como objetivo dar a la mujer la cuota de poder que se merece, un 50 por ciento. Un buen traje, aunque a veces a la moda se le de menos importancia, puede ser de gran ayuda para conseguir esos objetivos.
La carrera y formación de Nadia Calviño
Nacida en A Coruña, Calviño (1978) es hija del que fue director general de RTVE entre 1982 y 1986, José María Calviño, y es licenciada en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y en Derecho por la UNED, y pertenece al Cuerpo de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado.
Calviño ya ocupó cargos de responsabilidad en el Ministerio de Economía, ya que fue directora general de Defensa de la Competencia, dependiente del departamento económico, entre mayo de 2004 y agosto de 2006, durante el mandato de Pedro Solbes y en un momento en la que la OPA de Endesa estaba de plena actualidad. Y en Bruselas, fue subdirectora de Competencia desde septiembre de 2006 a octubre de 2010, cargo que dejó para ocupar hasta abril de 2014 el cargo de subdirectora de Mercado Interior y Servicios. Desde mayo de 2014 hasta la actualidad, era la directora general de Presupuestos de la Comisión Europea.
Además de los anteriores, Calviño ocupó entre 1994 y 1996 el puesto de jefa de servicio en la Dirección de Análisis del Trabajo de Mercado y precios en la Dirección General de Previsión y Coyuntura, y entre 1998 y 1998 fue subdirectora de Análisis Macroeconómicos y Previsiones en la Dirección General de Política Económica y Defensa de la Competencia. Y entre 1999 y 2000 fue jefa del Gabinete del director general de Política Comercial e Inversión Extranjera de la Secretaría de Estado de Comercio y Turismo.
En el Servicio de Defensa de la Competencia del Ministerio de Economía fue entre 2000 y 2001 directora general adjunta de Asuntos Jurídicos y Relaciones Institucionales, y entre 2001 y mayo de 2004 directora general adjunta de Concentraciones, hasta que en mayo de 2004 fue nombrada directora general de Defensa de la Competencia, hasta 2006.
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