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Invertir en arte, la forma en que consiguen la fama los millonarios del acero y los constructores

  • August Thyssen, empresario del acero, es el origen de la fama del apellido
  • Joaquín Rivero, expresidente de Metrovacesa, será recordado por su colección
  • El arte además de una inversión es la forma de trascender de una gran fortuna
Carmen Reviriego, presidente de Callia Art
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August Thyssen (1842-1926) es el origen de la fama del apellido. Empresario del acero, fue el que amasó la fortuna familiar que permitió a los barones Heinrich y su hijo Hans Heinrich atesorar una de las colecciones de pintura más importantes reunidas en el siglo XX. Lo mismo sucedió con Henry Clay Frick (1849 -1919), también empresario siderúrgico que, según su biógrafo oficial, se convirtió en el mayor accionista ferroviario individual del mundo. Sin embargo, ahora es conocido por The Frick Collection, un destacado museo de arte de Manhattan. Lo mismo ocurrió con el español Joaquín Rivero (1944-2016), expresidente de Metrovacesa, que acumuló en Jerez de la Frontera, su ciudad natal, una colección de obras maestras de Zurbarán, El Greco, Goya o Velázquez. Unas credenciales que, junto a Bodegas Tradición, permanecen mejor en la memoria que los problemas judiciales que sufrió al final de su carrera o su caída empresarial a consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008. El arte y, sobre todo, los actos filantrópicos que se realizan con ella son uno de los motivos que llevan a las grandes fortunas a invertir en arte, pues les ayuda a transcender, a generar un legado positivo en la socidad en la que se han hecho ricos. "Si los Thyssen no hubieran creado la colección nadie hubiera sabido quienes son", sentencia Carmen Reviriego, presidente de Callia Art y asesora de grandes patrimonios en cuestiones de arte, en una entrevista para Status.

Estos actos filantrópicos, esta rotunda inversión en arte que hicieron los hombres mencionados u otras grandes fortunas, ¿los hicieron por remordimiento?, ¿los realizaron como una forma de devolver a la sociedad lo que usurparon? Reviriego es contundente y asegura que no: "¿Las personas hacen voluntariado por remordimiento? Ellos tampoco". Lo cierto, la presidenta de Callia Art conoce bastante bien cómo es ese "lado oscuro de la sociedad", el de las grandes corporaciones, y pasarse al bonito mundo del arte. Hace doce años, dejó su puestazo como directora de clientes privados para España del mayor bróker del mundo para lanzarse a montar algo por ella misma y que le apasionase. Y así vio la luz Callia: "El arte ligado a la filantropía es mi pasión". De hecho, su presidenta va más allá y asegura que, en la medida de lo posible, "todo el mundo debe ayudar, para que el mundo sea mejor".

Desde entonces, Reviriego ayuda a los grandes patrimonios a enamorarse del arte, invertir en él y, sobre todo, hacerles ver lo bello que es el mundo del mecenazgo y la filantropía. "Una persona que tiene mucho dinero se compra un Ferrari y a los tres días está aburrido, se compra un barco y a los cuatro o cinco meses se da cuenta del trabajo que da. Sin embargo, cuando se introduce en el mundo del arte empieza a disfrutar, empieza a aprender, a hacer viajes, se va a Florencia a conocer la evolución de la pintura y aprender historia. Entonces, no se cansa y se hace mejor persona", relata.

Reviriego mantiene que, a diferencia de otros bienes de lujo, el arte aporta sofisticación, educación, y permite entrar en una serie de círculos con esa misma sensibilidad. Además, las obras artísticas tienen la capacidad de transformar la sociedad porque emocionan: "Cuando te emocionas, estás sintiendo y cuando uno siente, se siente persona, se siente humano. Y tú para compadecerte de los otros, para sentir empatía, debes sentirte persona". Con esta filosofía, Callia no solo ayuda a las grandes fortunas a reunir colecciones importantes, sino a transformar la sociedad con ellas. Un ejemplo claro es la obra Fisicromías nº 986, de Carlos Cruz-Díez, que está expuesta en Museo de Bellas Artes de Asturias, gracias a que Carmen Reviriego convenció a una de sus clientas el bien que podía hacer esta obra en el ámbito público, sobre todo a un museo de provincias que tiene más dificultades para mostrar obras maestras.

Premios de mecenazgo

Bajo este cometido, la Fundación Callia celebró esta semana la gala de entrega de los Premios Iberoamericanos de Mecenazgo en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Unos galardones que nacen de la necesidad de modernizar la sociedad iberoamericana de la mano de los valores y compromisos que, desde hace décadas, asumen grandes familias anglosajonas. En esta edición, la sexta de su historia, estos reconocimientos se entregaron a Esther Koplowitz, una de las filántropas más importantes de España cuya fundación, creada en 1995, se dedica principalmente a obras sociales en favor de las personas más necesitadas de la sociedad, y Philippe de Montebello, presidente de la Hispanic Society of America y director, durante 31 años, del Metropolitan Museum of Art de Nueva York.

Además, como gran novedad de esta sexta edición, el evento fue por primera vez una gala benéfica cuya recaudación se donó a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la segunda pinacoteca del país, en cuanto a la importancia de su colección de arte antiguo, solo por detrás del Museo del Prado.

Arco

Estos galardones coincidieron con el inicio de Arco, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid que se celebra en Ifema hasta el 1 de marzo. La dealer en arte entiende que el evento madrileño, aunque no forma parte del circuito top de ferias de arte internacionales, es una buena oportunidad para el inversor latino: "Es muy atractiva para los latinoamericanos, muy innovadora, a mí me gusta mucho. Tiene su sitio", explica. Además, es un buen escaparate para que el talento español se exponga al mundo: "Vienen muchos mecenas latinoamericanos vinculados a las grandes instituciones culturales de EEUU. Y el mecenas es un gran puente con el museo".

En ese sentido, Carmen Reviriego se lamenta de la poca poducción de artistas españoles vivos que se ven en la esfera mundial. Una falta de presencia nacional que también se encuentra en las transacciones de arte, un mercado en el que España solo representa el 1%. Además, la cuantía de cada operación ronda los 50.000 dólares, una crifra bastante más baja de la que suele trabajar Callia, que ronda los 400.000 dólares.

Carmen Reviriego explica que en este país, a diferencia de otras naciones europeas, no se está produciendo el círculo virtuoso que genera el arte. Una realidad que hay que transformar impulsando cambios. En Arco, por ejemplo, Carmen defiende que la cita ganaría en repercusión internacional si el criterio de selección de las galerías participantes fuera más exigente. "Las galerías más importantes no se quieren hacer la foto con otras galerías que no llegan al nivel", sentencia. Sobre las últimas polémicas que registró Arco, como la obra Presos políticos o una falla del Rey Felipe VI, la experta lo que tiene claro es que dentro del arte cabe todo, como en el interior de un ser humano. "No hay que poner barreras al arte. Al que no le guste, que no mire", sentencia.

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