Los datos fiscales de agosto en Brasil indican una tendencia continua de deterioro en la dinámica fiscal y de deuda del país, que refuerza nuestra opinión de que la deuda externa brasileña rendirá por debajo de sus iguales.
En ese contexto, es cada vez más necesario que el gobierno entrante, ya esté presidido por una Dilma Rousseff reelegida (nuestro caso base) o por Marina Silva, señale un cambio político que disipe la inquietud sobre la pérdida de grado de inversión del país.
Por Joao Pedro Ribeiro